miércoles, 30 de noviembre de 2011

Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves. Luis Vidales. Juan David Hernández se refirió al libro.

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¿Qué escritor y qué obras colombianas le gustan?

Me gusta Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves, de Luis Vidales.

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El Espectador, 29 de Noviembre de 2011. http://www.elespectador.com/impreso/unchatcon/articulo-313900-dudo-colombia-se-hable-el-mejor-espanol . Allí toda la entrevista.

Juan David Hernández, el colegial con la mejor escritura en el país

'Dudo que en Colombia se hable el mejor español'

Por: Elespectador.com

El estudiante de 11° del Colegio La Merced San Bartolomé, de Bogotá, viajará a México a participar, del 3 al 5 de diciembre, en el XII Concurso Hispanoamericano de Ortografía.

Juan David Hernández posa junto al trofeo que recibió el 18 de noviembre y que lo acredita como campeón nacional en ortografía. / Gabriel AponteJuan David Hernández posa junto al trofeo que recibió el 18 de noviembre y que lo acredita como campeón nacional en ortografía. / Gabriel Aponte

La página impresa de EL ESPECTADOR.

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NTC ... le envió a Carlos Vidales y a otros suscriptores la anterior información. Algunas respuestas y comentarios:
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*** de Carlos Vidales

para NTC < ntcgra@gmail.com >

fecha ESTOCOLMO, 30 de noviembre de 2011 14:21

asunto Re: "Me gusta Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves, de Luis Vidales." Juan David Hernández, el colegial con la mejor escritura en el país.

¡Abominable, jeje! Tengo en reserva para publicar en el blog de Luis Vidales dos artículos contra ese libro, ambos muy respetuosos y mesurados, porque fueron escritos en tiempos antediluvianos, cuando los críticos escribían para exponer argumentos. El primero es de Darío Jaramillo Agudelo y el segundo es de Héctor Abad Faciolince.

A mí me parece deliciosamente abominable que un sardino diga que le gusta "Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves", y abominablemente delicioso que dude de que en Colombia se hable el mejor español. Es una delicia constatar que Colombia produce sardinos abominablemente inteligentes. Gracias por eso, en nombre de mi papá, que tiene algún impedimento físico para dar personalmente las gracias.

Saludos, Carlos Vidales

http://losimportunos.wordpress.com/ , http://luisvidales.blogspot.com/ , http://hem.bredband.net/rivvid/
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NTC ... ENLACES SOBRE JUAN DAVID y EL PREMIO:


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NTC ... ENLACES SOBRE LUIS VIDALES Y EL LIBRO:

http://ntcblog.blogspot.com/2006/03/ntc-219-complemento-no-2.html

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Tomado de: http://ntcblog.blogspot.com/2006/03/ntc-219-complemento-no-2.html

Abominables poemas del gran Luis Vidales

DARÍO JARAMILLO AGUDELO

Boletín Cultural y Bibliográfico, Bco. Reública. Número 4, Volumen XXII , 1985

http://www.lablaa.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/boletin/boleti3/bol4/abomina.htm

Reseña a Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves

Luis Vidales. Ediciones Aurora, Bogotá, 1985

El 25 de febrero de 1926 apareció en Bogotá Suenan timbres. Cincuenta años después, sin que su autor hubiera publicado más libros de versos, se realizó la segunda edición, esta vez con prólogo y epílogo del autor, además de comentarios de Luis Tejada, Eduardo Carranza, Fernando Arbeláez, Alberto Lleras. Todos, comentarios elogiosos; todos, comentarios acertados: en 1976, en sus bodas de oro, Suenan timbres seguía siendo, como hoy, un libro regocijante, fresco, directo, sutil, humorístico.

Un poeta que está en las antípodas estéticas y políticas del autor de Suenan timbres, Eduardo Carranza, escribe: "Es necesario decir que Luis Vidales fue, entre sus contemporáneos, el único que escribió a la altura de su tiempo, el único que se plantó con un libro extraordinario en la vanguardia, el único que incorporó a su poesía las nuevas criaturas lucientes de la técnica, la inquietud revolucionaria que surgía con las primeras victorias del socialismo, y los tesoros oníricos que venían de la inmersión freudiana en el subconsciente [...] En Suenan timbres hay agilidad, brillo, ingenio, humor y, a menudo, ternura y lirismo".

Suenan timbres, este primero y, por 52 años, único libro de Luis Vidales tiene mayor valor cuando a estas alturas es todavía legible y cuando se piensa en las circunstancias que se vivían en la poesía colombiana en ese momento: a pesar de que la revolución de los imaginistas ingleses había sucedido en 1910 y de que de esas fechas son los poemas de Blaise Cendrars y Guillaume Apollinaire y de que muy poco después aparecieron los poemas de Vicente Huidobro y de que etcétera y etcétera, en Colombia, por aquellas calendas, seguíamos en el modernismo. El primer remezón lo pegó Ciro Mendía —un poeta que está por estudiarse, particularmente en su papel de protovanguardista—, pero el mayor impacto, desde ese momento, siempre lo causó Suenan timbres.

Sobre este hilarante libro ha descansado el prestigio del poeta Vidales, ya coronado con distinciones como el premio de reconocimiento de la Universidad de Antioquia y el premio Lenin, otorgado por la Unión Soviética.

En 1978 se publicó el segundo libro de Vidales, La obreriada, del cual el único elogio que puede hacerse consiste en decir que es mejor que los Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves.

Si el autor del libro que aquí se comenta no fuera un poeta reconocido, no valdría la pena reseñarlo: simplemente merecería sumarse a los cincuenta o cien volúmenes de versos intrascendentes que se publican al año en Colombia. La cuestión aquí es precisamente ésa: que no se reconoce por ninguna parte al autor de Suenan timbres, ese Luis Vidales regocijante; pareciera que el autor de los Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves fuera otro individuo sin el tino y la frescura del otro. Pero no; ahí está la evidencia, contra el estupor, y estos poemas los firma, también, un Luis Vidales, esta vez sin gracia, sin originalidad, sin emoción lírica, sin fuerza en sus versos políticos.

En el prólogo de la segunda edición de Suenan timbres (Colcultura, 1976), dice Vidales que "he ensayado acentos, dejos, verso libre, verso rimado, poesía sencilla, poesía compleja, qué sé yo. Busco por todos lados, no quiero anquilosarme. Una especie de angustia me lleva a meterlo todo dentro de un gigante laboratorio". Pues bien, Los poemas del abominable.., son una muestra de ese laboratorio de Vidales: en este libro hay de todo eso, rescatado —como dice el prologuista, José Luis Díaz Granados— "de los centenares de carpetas de sus textos inéditos". Aquí hay de todo.

Aquí hay de todo; este libro es una especie de desafortunado muestreo del "gigante laboratorio" o de los "centenares de carpetas" de Vidales. Lo grave es que nada se salva. Nada. Y al amante lector de Suenan timbres le queda la esperanza de que se haya tratado, simplemente, de una mala escogencia. Porque acaso lo único que puede decirse en su favor es que allí hay algunos pasables versos festivos. Pero si se comparan con la buena poesía humorística y festiva que se ha producido en el país, esto tampoco significa mucho.

Vale la pena hacer un recuento de la mezcla que hay en este libro: una traducción del poema de Louis Aragon al partido comunista (que se recuerde, Luis Vidales es el único comunista colombiano que ha sido obligado a hacer profesión pública de obediencia; en 1935 fue acusado de desviacionismo y escribió: "Declaro que ceso toda oposición ideológica contra la actual dirección del partido y que en lo sucesivo aceptaré su política"; no obstante fue degradado del comité central y se le mandó a trabajar con la base), una parodia de un villancico, una nada memorable colección de coplas, lo mismo en décimas, verso libre rimado, verso libre sin rima, hay una oda elemental a la panela, hay versos de amor y de amor a Colombia y política, y elegías a los héroes del comunismo. Y por supuesto hay sonetos, sonetos convencionales convencionalmente rimados —uno o dos casi líricos— y está también el archiconvencional soneto contra el soneto.

Hay de todo; pero nada se salva, contrariando una ley física: por malo que sea un libro, siempre habrá uno o dos chispazos, uno o dos versos hermosos. Aquí no. De ahí la duda, o bien sobre el gusto de quien escogió los poemas, o bien sobre si se trata del mismo autor de Suenan timbres.

Pensando en el rechazo que en su momento provocó Suenan timbres, podría suponerse que el rechazo de ahora significa que los Poemas del abominable.., es tan innovador como aquél. Es posible. El juicio de una nota bibliográfica, por su inmediatez, está más cerca del periodismo que de la historia. Pero resulta que en Suenan timbres todo era nuevo: los temas, el tono, la forma. En cambio en este libro nada es nuevo: es muy difícil que en formas tan convencionales y tan convencionalmente usadas, haya alguna innovación: usar recursos vanguardistas o hacer chistecitos es tan anacrónico como atacar el soneto.

Hay un presentimiento general: estamos en unas vísperas; algo muy nuevo se acerca, una poesía distinta que modelará la sensibilidad del hombre del nuevo milenio. Algo muy nuevo a la medida de un nuevo hombre. Una oscura intuición dice que antes vendrán los destructores de las formas obsoletas; lo que es seguro, es que esa destrucción no se operará desde adentro, a lo kamikaze: el soneto o la copla o la décima o el verso libre o la imagen o la rima no se destruyen escribiendo mediocres sonetos, coplas, décimas, versos libres, imágenes o rimas. Si así fuera, hace mucho que estas formas, con todos sus tics y vicios y lugares comunes, hubieran sido aniquiladas por el peso creciente de tantos mediocres poemas que se publican.

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HÉCTOR ABAD F.
Los timbres se volvieron aldabones

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viernes, 25 de noviembre de 2011

Nada es mayor. Antología. ARTURO CAMACHO RAMÍREZ. Colección "Un libro por centavos", No.75, Noviembre 2011.

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Nada es mayor. Antología.

ARTURO CAMACHO RAMÍREZ.

Colección "Un libro por centavos". U. Externado de Colombia

No. 75, Noviembre 2011.

Este número es una antología preparada por su hijo Miguel Camacho Castaño.

Ilustración de cubierta: Retrato de Arturo Camacho Ramírez,

por Miguel Camacho Castaño, técnica lápiz, 35 x 25 cm., 1985

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Arturo Camacho Ramírez
(Ibagué, 1910 - Bogotá, 1982). Poeta periodista y
diplomático, integró el grupo de Piedra y Cielo al lado
de Jorge Rojas, Gerardo Valencia, Eduardo Carranza,
Carlos Martín y Darío Samper. Ofició como primer secretario de la Embajada de Colombia en Bolivia y como
primer secretario de la representación colombiana ante la
Unesco en París. Fue Comisario especial de la Guajira y
secretario de redacción del semanario Sábado, columnista de El Tiempo, El Espectador, El Espacio y Acción
Liberal, y colaborador de la Revista de Indias. Arturo
Camacho se casó en 1945 con Olga Castaño Castillo con
quien tuvo seis hijos.
Fue un poeta seducido por dos temas capitales, el amor
profundamente ligado a la muerte. No negó el influjo
de Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Vicente
Aleixandre y Rafael Alberti, como de Jorge Manrique y
Francisco de Quevedo; pero supo asimilarlo a una esencia americanista gestada en la lectura de César Vallejo y
de Pablo Neruda.
Publicó Espejo de naufragios en 1935, en los cuadernos de Piedra y Cielo “Cándida inerte” y “Presagio del
Amor”, en 1939. “Luna de arena”, obra de teatro en
verso fue estrenada en el Teatro Colón de Bogotá en
1943. Recibió el primer premio del concurso de sonetos
de la Revista de Indias.
En 1945 apareció su Oda a Carlos Baudelaire, La vida
pública en 1962; Límites del hombre, en 1964. Con
otros piedracielistas, aparece en el Homenaje a Pablo
Neruda (1974). En 1976 el Instituto Colombiano de Cultura publicó Carrera de la vida. En 1986 se publican sus
Obras completas según el diseño que el propio Camacho
Ramírez dejó establecido
(Página 73 del libro)
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Contenido
Nada es mayor [7], Caracolí sin flor [8],
Mujeres de otro día [11],
Al cadáver de una rosa viva en mi corazón [14],
Abril [15], Retrato [1 6], Fruto del sueño [17],
Pesadilla [18], El día de la muerte [19],
A un amigo muerto [20], La noche del trópico [21],
La llegada [23], Invocación [25],
Comienzo de la sangre [26],
Introducción a lo muerto [28],
Oda a Carlos Baudelaire [30],
La intimidad [33], Los sueños [34],
Final del sueño [35], El beso [37], La muerte [38],
La mujer distraída [39], Semántica [40],
Soledad laberinto [41], El secreto [42], La certeza [43],
Los perplejos [44], La sorpresa [45],
La desconocida [46], Lamento de los jubilados [47],
La muchacha que tenía vista al mar [48],
Canción de ti, porque la muerte viene [50],
La niña sin sombra [52], Canciones vanas [56],
A una doncella que canta [58], Arpa [59],
Celibato [60], De luna de arena [61],
Carrera de la vida [63], Testamento [71]
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Versión digital del libro completo: No.75 - Nada es mayor

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Presentación del libro

http://www.hjck.com/agenda.asp?id=1579158
http://www.hjck.com/especiales60.asp?id=1580318 . Allí audio. Intervienen Miguel Méndez Camacho y Arturo Camacho Ramírez (hijo).
Escuchar Audio : http://www.hjck.com/oirnota.asp?fl=1580318

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Aviso en la página 79 de El Malpensante No. 125, Noviembre 2011.

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La página 79 de El Malpensante No. 125, Noviembre 2011.

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El Malpensante No. 125, Noviembre 2011.

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Colección "Un libro por centavos" del 1 al 75 hasta Noviembre 15, 2011
Imágenes y enlaces:
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1. Postal de viaje, Luz Mary Giraldo
2. Puerto calcinado, Andrea Cote
3. Antología personal, Fernando Charry Lara
4. Amantes y Si mañana despierto, Jorge Gaitán Durán
5. Los poemas de la ofensa, Jaime Jaramillo Escobar
6. Antología, María Mercedes Carranza
7. Morada al sur, Aurelio Arturo
8. Ciudadano de la noche, Juan Manuel Roca
9. Antología, Eduardo Cote Lamus
10. Orillas como mares, Martha L. Canfield
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11. Antología poética, José Asunción Silva
12. El presente recordado, Álvaro Rodríguez Torres
13. Antología, León de Greiff
14. Baladas – Pequeña Antología, Mario Rivero
15. Antología, Jorge Isaacs
16. Antología, Héctor Rojas Herazo
17. Palabras escuchadas en un café de barrio, Rafael del Castillo
18. Las cenizas del día, David Bonells Rovira
19. Botella papel, Ramón Cote Baraibar
20. Nadie en casa, Piedad Bonnett
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21. Álbum de los adioses, Federico Díaz-Granados
22. Antología poética, Luis Vidales
23. Luz en lo alto, Juan Felipe Robledo
24. El ojo de Circe, Lucía Estrada
25. Libreta de apuntes, Gustavo Adolfo Garcés
26. Santa Librada College and other poems, Jotamario Arbeláez
27. País intimo. Selección, Hernán Vargascarreño
28. Una sonrisa en la oscuridad, William Ospina
29. Poesía en sí misma, Lauren Mendinueta
30. Alguien pasa. Antología, Meira Delmar
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31. Los ausentes y otros poemas. Antología, Eugenio Montejo
32. Signos y espejismos, Renata Durán
33. Aquí estuve y no fue un sueño, John Jairo Junieles
34. Un jardín para Milena. Antología mínima, Omar Ortiz
35. Al pie de la letra. Antología, John Galán Casanova
36. Todo lo que era mío, Maruja Vieira
37. La visita que no pasó del jardín. Poemas, Elkin Restrepo38. Jamás tantos muertos y otros poemas, Nicolás Suescún
39. De la dificultad para atrapar una mosca, Rómulo Bustos Aguirre
40. Voces del tiempo y otros poemas, Tallulah Flores
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41. Evangelio del viento. Antología, Gustavo Tatis Guerra
42. La tierra es nuestro reino. Antología, Luis Fernando Afanador
43. Quiero escribir, pero me sale espuma. Antología, César Vallejo
44. Música callada, Jorge Cadavid
45. ¿Qué hago con este fusil?, Luis Carlos López
46. El árbol digital y otros poemas, Armando Romero
47. Fe de erratas. Antología, José Manuel Arango
48. La esbelta sombra, Santiago Mutis Durán
49. Tambor de Jadeo, Jorge Boccanera
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50. Por arte de palabras, Luz Helena Cordero Villamizar
51. Los poetas mienten, Juan Gustavo Cobo Borda
52. Suma del tiempo. Selección de poemas, Pedro A. Estrada
53. Poemas reunidos, Miguel Iriarte
54. Música para sordos, Rafael Courtoisie
55. Un día maíz, Mery Yolanda Sánchez
56. Breviario de Santana, Fernando Herrera Gómez
57. Poeta de vecindario, John Fitzgerald Torres
58. El sol es la única semilla, Gonzalo Rojas
59. La frontera del reino, Amparo Villamizar Corso
60. Paraíso precario, María Clemencia Sánchez
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61. Quiero apenas una canción, Giovanni Quessep
62. Como quien entierra un tesoro. Poemas escogidos, Orlando Gallo Isaza
63. Las contadas palabras. Antología, Óscar Hernández
64. Yo persigo una forma, Rubén Darío
65. En lo alto del instante, Armando Orozco Tovar
66. La fiesta perpetua. Selección, José Luis Díaz-Granados
67. Amazonia y otros poemas, Juan Carlos Galeano
68. Resplandor del abismo, Orietta Lozano
69. Morada de tu canto, Gonzalo Mallarino Flórez
70. Lenguaje de maderas talladas, María Clara Ospina Hernández
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71. Tierra de promisión, José Eustasio Rivera
72. Mirándola dormir y otros poemas, Homero Aridjis
73. Herederos del canto circular, Fredy Chikangana, Vito Apüshana, Hugo Jamioy
74. La noche casi aurora, Eduardo Gómez
75. Nada es mayor. Antología, Arturo Camacho Ramírez
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EDICIONES DIGITALES DE CADA UNO DE LOS 75 LIBROS
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jueves, 24 de noviembre de 2011

Los juglares de Tuluá. Don Pedro Uribe. Por William L. Siemens. Tuluá, 1977

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Los juglares de Tuluá

Don Pedro Uribe

William L. Siemens

Editor: Biblioteca Municipal de Tuluá, 1977.

Impresora FERIVA Ltda. 136 páginas. 15.5 x 21.5 x 1.0 cms. Rústica.

Dos ejemplares del libro se encuentran en la Biblioteca Departamental de Cali (CV-C861-U76S)

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Agradecemos al poeta Omar Ortiz Forero, a Luis Fernando Victoria Valderrutén, a Efrain Marmolejo, a Gustavo Álvarez Gardezábal y a Bernardo González White los aportes de la valiosa información y los documentos que aquí publicamos.

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Carátula del libro.
Escaneó y aporto Efrain Marmolejo, lo mismo que las páginas que se publican enseguida.
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William L. Siemens
Fotografía (Fragmento): 1976, Tulúa, Valle, Colombia
Ómar Ortiz, William L. Siemens y Gustavo Álvarez Gardeazábal.
Fragmento de esta foto. Ampliada y detalles más adelante.
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Página 1

Sobre la obra poética del más importante de los juglares de Tuluá, don Pedro Uribe, el crítico norteamericano William L. Siemens elaboró este profundo estudio que hace posible conocer y valorar el aporte literario de su vertiginosa poesía humorística. Gracias al apoyo que en su labor investigativa de varios años le brindó el Senado de la Universidad de West Virginia, en donde es profesor, y la colaboración decidida de la Industria de Licores del Valle que costeó la totalidad de la edición, la Biblioteca Municipal de Tuluá se enorgullece de presentar este primer eslabón de una cadena de estudios científicos sobre el pasado literario de la ciudad y la comarca vallecaucana.

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LOS JUGLARES DE TULUÁ

Por Gustavo Álvarez Gardeazábal.

Muchísimas veces me vi frente a lectores de mis novelas que con

insistencia y asombro me preguntaban sobre las fuentes de información

que pude haber tenido para escrutar y desarrollar temas del legendario

pasado de Tuluá y sus gentes. Muchas más mé pregunté yo mismo, cómo

era posible que anécdotas mínimas, componentes de un realismo mágico

desconcertante, ocurridas hacía más de cincuenta años, las podía seguir

oyendo en lo remoto de un Tuluá moderno, de un Tuluá de calles pavi-

mentadas primero con sangre y después con abandono ilímite. Tuve que

profundizar más en las fuentes de una ciudad ejemplar para cualquier no-

velista y reconocer, eslabón por eslabón, que la capacidad de narrar que

poseemos los tulueños va casi pareja con la absurda capacidad belicosa

que nos acompaña sistemáticamente. Y que si para explicar la tendencia

violenta puede apelarse a la mezcla indómita con el indio pijao, para .la

fluidez narrativa y la conservación de versiones anecdóticas, no había

más remedio que descargarla sobre una tradición.

Pero esta tradición, que corre pareja con un río de aguas basálticas,

incapaz de estar traslúcido, ni era tan remota ni tenia tantas raíces étni-

cas o no comienza siquiera con la independencia. Tampoco con la rebe-

lión de la plebe que a finales del siglo XVIII se dio en Tuluá como opo-

sición racional a los blancos de Buga. Apenas si comienza a dar sus pri-

meras manifestaciones cuando ya la República crece y de los períodos de

la Patria Boba, Colombia se avecina a las guerras civiles, los primeros

antioqueños penetran en la rígida caparazón y se afinca en un Tuluá lle-

no de historias la posibilidad de hacer perdurable la tradición.


Es entonces cuando don Pedro Uribe aparece en el solar nativo del

Calvo Victoria y de Guerrero y entroniza lo que con el tiempo se puede

responsabilizar de la conservación de esa referida tradición: los juglares.

Poetas menores, decimeros, que a falta de temas filosóficos, de implica-

ciones metafísicas, prefirieron guardar en versos lo acaecido hasta con-

vertirse en el periódico que el pueblo no tuvo o en la amplificadora elec-

trónica que sólo 80 años después vendría a reemplazarlos.

Y como cada quien era una voz y un testigo y en función de ello po-

día tener visiones diferentes del mismo fenómeno, el intercambio se pro-

ducía y a falta de gacetílleros o panfletarios, las décimas y los sonetos

venían cargados de dardos o de refutaciones insospechadas para el otro

juglar que se había atrevido a dar versiones contrarias. Con todo, hicíe-

ron de este período de Tuluá vivido a comienzos de la década del 80 en

el siglo pasado hasta bien entrado este siglo .XX, una época de marcadas

opiniones y de recordables episodios. Le dieron importancia a actuacio-

nes mínimas, parroquiales y desconocieron grandes epopeyas históricas.

Se basaron más en las versiones estereotipadas de la batalla de Los

Chancos y dejaron de advertirle a Colombia que el estruendo bélico de

la guerra de los Mil Días era peor. En fin, volvieron localista lo intras-

cendente. Tornaron chispeante un pueblo de ancestros guerreros y le

guardaron su historia a pedacitos, en versos que no fueron más allá

del papel rayado en donde se escribían o de los tableros de las escuelas

en donde muchos alumnos aprendían la tradición tulueña y el chispean-

te informe subjetivo de la historia que iban construyendo.

Todos estos juglares llevaron por encima del lomo de los años la

historia menuda de un pueblo, sus decires y pesares, sus modos de actuar

y de pensar y algunos con gracia, otros con astucia, los menos con ra-

pidez inaudita, entroncaron la realidad que vivían con una literatura

en donde la forma poética no era ni perfecta ní clásica, pero sí contun-

dente. Y lo hicieron con tal esfuerzo y tal vigor, que hoy, casi cien años

después, todavía muchos tulueños recitan sus gracejos o recuerdan ver-

sos enteros de los debates versificados que establecieron para contar ca-

da quien a su manera y cada quien con mayor énfasis, la historia que

estaban viviendo.

De todos los responsables del vértigo narrativo que con los años ha

tenido Tuluá, uno de ellos superó los límites parroquiales y acumuló a su

favor casi la mayoría de las características de los juglares del momento:

el maestro de escuela, el descendiente de poetas de la breña antioqueña,

don Pedro Uribe.

Nadie como él para acumular en versos de muy buena factura el

anecdotario de un pueblo y el suyo propio. Nadie como él para contestar

rápidamente en décima acelerada o en soneto rimbombante al enemigo

acusador o al juglar impugnador. Nadie como él para hundirse en lo

cuotidiano y darle fuerza vertical. Nadie como don Pedro Uribe para

haber sido el poeta fundamental de un pueblo, de una patria entera y no

el anotador humorista de una parroquia.

Como explicación fundamental al modo de ser de una ciudad que nos

endilgó a infinidad de sus hijos el verbo narrativo. Como proyección un

poco tardía del influjo vital de la poesía en la novela de estos lares. Pe-

ro por sobre todo como una manera categórica de acercarse a la ver-

dadera razón de un conglomerado, este primer estudio sobre los jugla-

res de Tuluá, sobre el máximo de esos poetas casi anónimos, simboliza

el esfuerzo de una ciudad que busca en sus raíces la proyección del fu-

turo incierto.

GUSTAVO ALVAREZ GARDEAZABAL

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Texto de William L. Siemens
(Click sobre las imágenes para ampliarlas. Click en "Atrás" en la barra para regresar al aquí. O click derecho para abrirlas en una nueva ventana.)
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Algunas páginas del libro
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Página 17
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Página 18
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Página 22
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Página 30
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Ómar Ortiz Forero, Gustavo Álvarez Gardeazábal y William L. Siemens, el norteamericano que publicó el libro sobre Pedro Antonio Uribe Toro, "El Rápido Uribe", insigne poeta tulueño de principios del siglo XX al que se compara con Luis Carlos López. Lugar de la foto Biblioteca de Germán Cardona Cruz, quien tomó la foto, en Tuluá en 1976. Álbum privado de Luis Fernando Victoria Valderrutén. Gracias a él por el histórico documento (Nov. 25, 2011).
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SOBRE:
Pedro Antonio Uribe Toro, "El Rápido Uribe"
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Análisis del nuevo periodismo

El dilema entre averiguar la verdad y callarse

14 de Febrero de 2010 http://www.elmundo.com/portal/resultados/detalles/?idx=140888

Gustavo Álvarez Gardeazábal

Disertaciones sobre el deber de informar y la libertad para hacerlo en un país como Colombia.

La acción de averiguar ha sido siempre paralela a la de contar. Nadie averigua algo para quedarse con el embuchado. Y en nuestra cultura, cargada de juglares primitivos y cuenteros humorísticos, sí que menos.

Yo que vengo de una ciudad fundamentalmente chísmica, como lo ha sido Tuluá a lo largo de su historia, fui formado para averiguar las cosas y para contarlas poniéndoles una pizca de humor e hilándolas con actitudes anteriores de los protagonistas o con observaciones de todos los paisajes, físicos y humanos que los rodean.

No sé en ese pueblo mío desde cuándo comenzaron a contar, pero si no lo hubieran hecho, yo no habría podido escribir las novelas y los cuentos que he escrito y que todavía en arrebatos delirantes sigo escribiendo y publicando.

Lo que sí pude averiguar es cuándo comenzaron a escribir lo que se averiguaba. El culpable fue un maestro emigrante de Titiribí, hacia 1870, don Pedro Uribe Toro, más conocido como “El rápido Uribe”, quien posaba de repentista pero se asomaba tal vez por todas las ventanas a averiguar la vida pueblerina. Él, con las tizas que le servían para dar sus clases, escribía décimas en las puertas de las casas de sus víctimas o personajes literarios y el imaginario popular las adoptaba para seguirlas repitiendo de generación en generación.

Fueron tantas y tan buenas las averiguaciones que hizo “El Rápido Uribe” y, por ende las informaciones que brindó en su particular estilo de comunicación, que el eminente profesor de la Universidad de Virginia y después presidente de la Asociación Mundial de Iglesias Cristianas, William L. Siemens, realizó un estudio y publicó un libro interesantísimo “LOS JUGLARES DE TULUÁ”.

Aquel viejo maestro, primo hermano de los Uribe Uribe, debió haber tenido la agudeza de su raza, el ritmo versificador de sus tierras antioqueñas pero, sobre todo, la capacidad de discernimiento para escoger cuáles de los defectos y virtudes de los integrantes del ámbito que le rodeaban podrían llevarse a la poesía decimera y escribirse en las puertas de las casas con sus tizas. Debieron haber sido muchas las verdades que se averiguó, pero también muchas las que debió haber callado y no hacer públicas.

Por supuesto, y de eso estoy seguro, bastantes de las que calló debió haberlas recitado en cenáculos estrechos o haberlas dejado correr al viento para que la imaginería popular las fuera pasando de boca en boca, deformándolas, agregándoles o quitándoles, ayudando con ello a mitificar su propio nombre hasta el extremo de que cosas que él no debió haber ni averiguado ni pronunciado nunca resultaron más fácil y provechoso atribuírselas a su autoría crítica.

Ahí, en esa historia tulueña, puede estar resumido el quid de esta hereje intervención mía en este foro. Dilucidar o abrir al menos la discusión sobre si existen o no límites para averiguar las cosas parte de una verdad de puño: no todo se puede averiguar y no todas las cosas averiguadas se pueden decir.

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Temores

“El Rápido Uribe” de mi pueblo escribía con tizas las décimas con las que daba las noticias y humorísticamente las juzgaba porque era a más del maestro del pueblo, uno de los hombres que más había leído en muchas leguas a la redonda y tenía la formación genética y cultural que los demás no poseían. Pero, sobre todo… no tenía miedo.

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Sobre: William L. Siemens

Portada de Las huellas de lo trascedental

LAS HUELLAS DE LO TRASCEDENTAL

La obra de Álvaro Mutis

William L. Siemens

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA.


Disponibilidad: Consultar

Precio: $ 6.002

Índice

http://fcechile.cl/secciones/libros/detalles.aspx?IDL=6719

Las huellas de lo trascendental. La obra de Alvaro Mutis, de William L. Siemens, es un libro básico para comprender el hacer poético del escritor colombiano. Viajero incansable, amante del inmortal Don Quijote y creador del personaje Maqroll, Mutis se ha mostrado como ese intimo creador que media su concepción del mundo entre la civilización cristiana occidental para él perdida y el reto para reconstruirla a través del "orden", una palabra clave en su escritura.
Poeta, ensayista y novelista, Álvaro Mutis, a lo largo de casi cincuenta y cuatro años y desde su primera publicación (La balanza, 1948) ha transgredido la "concreta" realidad para llevarnos a ese interminable viaje por la belleza que es su poesía. La visión de Siemens de la obra del poeta es una visión integral ya que hace un recorrido desde sus primeras obras hasta concluir con su gran personaje, todo ficción y al mismo tiempo real: Maqroll. "Maqroll somos todos", cita el poeta. Para Siemens, la obra de Alvaro Mutis es, ante todo, un recorrido por la tradición literaria latinoamericana pero también universal.
Su trayectoria representa ese ser de creación construido con una inimaginable visión que destruye toda actitud superficial sobre la vida, vista ésta como la gran historia de la humanidad. Al respecto Mutis expresa; "... escribo para ordenar mi mundo..."; "El poder salvador de la poesía es evidente. La poesía nos muestra esa otra orilla a la que el hombre no suele acceder... "; "Toda poesía es un acercamiento a Dios".
La creación concebida en ese tenor es verdaderamente un acto religioso y, por ello, trascendente.

Colección: Tierra firme

ISBN: 9789681667931

Formato: 14 x 21 cm., 384 pp.

Primera edición: 2002

Última edición: 2002

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Portada de Mundos que renacen

MUNDOS QUE RENACEN

El héroe en la novela hispanoamericana moderna

William L. Siemens

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA.


Disponibilidad: Consultar

Precio: $ 5.080

http://fcechile.cl/secciones/libros/detalles.aspx?IDL=833

William L. Siemens, profesor de literatura hispanoamericana en West Virginia University, tomando obras de R. Arlt, A. Carpentier, J. Rulfo, J. Cortázar, G. García Márquez, G. Cabrera Infante, M. Vargas Llosa y C. Fuentes, ahonda en el perfil mitológico del héroe para demostrar que hay un aumento generalizado en el vigor de esta figura. En la novela moderna, el héroe se enfrenta a la posibilidad de la derrota, no está ligado a un arquetipo estático por naturaleza. Surgirá del centro mismo de la sociedad con el poder suficiente para renovarla y poder cumplir con los requerimientos establecidos desde el principio de nuestra era.

Colección: Lengua y estudios literarios

ISBN: 9681650298

Formato: 13,5 x 21 cm., 263 pp.

Primera edición: 1997

Última edición: 1997