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http://ntcblog.blogspot.com , ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia
y por la autorización para publicarlo
El lugar de la espera
Gerardo Rivera
ANTOLOGÍA
REPÚBLICA
DE COLOMBIA
MINISTERIO
DE CULTURA, 2015
Selección
de textos y edición: JOSÉ ZULETA ORTIZ
Prólogo:
William Ospina
Diseño
de carátula
ORLANDO
LÓPEZ VALENCIA
Material
impreso de distribución gratuita con fines didácticos y culturales.
Páginas: 315
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-
Allí
donde las palabras son las cosas
Por William Ospina
La
poesía, más que una manera de escribir, es una manera de
sentir.
Por eso, mucho antes de que Gerardo Rivera comenzara a
escribir
estos poemas ya sabíamos que era un poeta, y podíamos
vivir
la plenitud de su poesía, la riqueza y la gracia desconcertante
de sus
inventos verbales, esa curiosa manera de reinar por
el
lenguaje sobre los azares de la realidad. Ese secreto del poeta,
como en
las cortes antiguas, lo saben su rey y su ayuda de cámara,
su
príncipe y su maestro de capilla, su princesa y ese eterno
aspirante
a una dignidad que no sabría honrar. Recuerdo unas
tardes
verdes de hace veintitrés años, cuando Gerardo nos mostraba
los
poemas de Hans Hans, un poeta inexistente y fecundo
que
estaba agonizando en Belgrado. Había dejado una obra
intensa
y breve de la que yo escribí un prólogo deleznable hoy
afortunadamente
perdido. Recuerdo a Gerardo cuando regresó
de su
viaje a Hungría y nos llenó las veladas de bosques con faisanes
y
restaurantes decrépitos apenas sostenidos por el trémolo
de los
violines. Lo recuerdo con su curvo bastón de caña, comprado
en los
mercados de Budapest, caminando por la avenida
sexta
bajo la lluvia de los guayacanes amarillos de otra década. Y
también
recuerdo las intensas veladas que vivimos cuando volvió
de
Grecia, y nos hablaba de los cuarticos blancos de Praga y de
los
muelles de Igumenitza, de playas donde había un muchacho
griego
con un pulpo adherido a su cuerpo entre las aguas de un
azul de
tinta.
Gerardo
se negó por años a escribir algo más que cierta balada
a la
que llamó La vaca aritmética, las ondulaciones en casi haikú
de la
luna en el agua y un populoso monólogo de Lady Macbeth
preparando
la recepción para Duncan en un castillo atareado de
criados
y de cuervos, de niños que se hurgaban las narices y de
calderos
exigiendo abrasivos. En vano le pedíamos otros poemas.
Como
Adolfo Montaño, como José María Borrero, obturaba sus
oídos
con cera de abejas para no oír la voz de las sirenas fatales
que
invitan al naufragio mortal de tejer versos. Pero un día en
Chicoral
salió a caminar por las montañas brumosas y al parecer
el sol
salió y derritió el sello de Ulises y la sirena cantó. Desde
entonces
la poesía de Gerardo también se convirtió en poemas,
y yo
quiero afirmar aquí que cada poema suyo es una suerte de
experiencia
mística.
Pero
¿de dónde procede el poder de estos poemas, su intensidad,
la
verdad que nos entrega incluso en sus juegos más atrevidos?
Tal vez
es cierto que la verdad está en el tono, en la reposada
intensidad,
en la íntima convicción de quien habla. Si ello es así,
entonces
a lo largo de los años Gerardo no desarrollaba sus destrezas
literarias
escribiendo versos sin fin, como tantos poetas,
sino
formando una experiencia del mundo, una actitud como de
monje
oriental, la capacidad de detener la mirada en cada cosa,
y de
encontrar en cada cosa todas las cosas. ¿Qué puede ser el
universo
sino “Ese río de tórtolas y semillas” de que nos habla en
un
poema, esas voces que / Algunas veces son pájaros / Algunas
veces
son estrellas /Y la eternidad / Con su abrigo de luz / que va
dando
sus brincos / De gato / Sus bostezos de conejo? El mundo
en sus
palabras es milagroso, pero lo es de una manera reposada,
como
saben serlo el agua, las perdices, las hojas. Está lleno de
cosas
comunes arrebatadas a la cotidianidad y sorprendidas en
flagrancia.
En ese mundo suyo por el hueco / de la luna / saltan
hacia
el cielo / los gatos. A Gerardo, para decirmos la melancolía
de todo
lo que fue, le basta este giro: Detrás de las escaleras /
está
ahora el bosque amarillo. Para nombrar la muerte le basta
decir:
Hay gentes / sentadas en sillas vacías / en los muebles de
la
lluvia / te miran y no hablan. Para hacernos creer en una tierna
circunstancia
perdida en la historia, en un momento de la vida de
una
mujer del medioevo, construye estas precisiones conmovedoras:
Gúdula
de Utrech / de los tejados de Lieja /No te levantes
todavía
/ Todavía hay mucha neblina / En la huerta y sobre los
prados
/ Hoy es 15 de marzo / de 1273/ Acuérdate / Tienes que
ir al
mercado.
Sólo
hay una cosa que Gerardo no mira y son los espejos. Tal
vez eso
nos dé la clave del tono de su poesía y de la intensidad que
tienen
en ella las cosas, las formas del mundo, los milagros de la
realidad.
En esta poesía lo humano es sólo una parte humilde
de lo
que existe. Lo humano está sobre todo en la mirada, en la
simpatía
con las pisadas del gato que van dejando un rastro de
belleza
sobre la tierra, en las tenues reconvenciones que una voz
casi
sin cuerpo les hace a las estrellas y a Dios y a las sillas que
nunca
se cansan de esperar a alguien que les dé su sentido. Yo
diría
que sólo quien se mira tan poco a sí mismo puede ver con
tanta
intensidad el mundo. Pero no soy yo quien vino a decir sus
poemas.
Sé que me está vedado añadir más palabras a la magia
poderosa
y a las geometrías secretas que hay en ellos. Impúdica,
públicamente
quiero agradecer la poesía que Gerardo ha traído
a
nuestras vidas, las muchas horas en que el lenguaje se ha exaltado
en
fiesta y pasión, en compañía y milagro. Y quiero pedir la
ayuda
de Apollinaire para celebrar las muchas veces en que nuestro
vaso ha
estado lleno de un vino que tiembla como una llama;
las
muchas veces en que el vaso se ha roto como una carcajada. *
William Ospina
* NoTiCa de NTC ...: este texto a color aparece en la contra portada del libro.
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GERARDO RIVERA
Nació en Medellín en 1942. Estudió Derecho en el Colegio
Mayor del Rosario. Se desempeñó como publicista y redactor
en varias agencias de publicidad. Durante dos décadas
deambuló por Europa y el norte de África. Autor de los libros
de poesía: A lo largo de las estatuas de octubre, El viajero
de los pies de oro, Una nada cubierta de hojas (Premio
Jorge Isaacs 2005), Anterior a la penumbra, El lugar
de la espera (2010), A la sombra de los árboles milagrosos
(2012). Actualmente vive en una cabaña, acompañado de
sus perros, en la Reserva Natural de Chicoral, cerca a Cali.
Nació en Medellín en 1942. Estudió Derecho en el Colegio
Mayor del Rosario. Se desempeñó como publicista y redactor
en varias agencias de publicidad. Durante dos décadas
deambuló por Europa y el norte de África. Autor de los libros
de poesía: A lo largo de las estatuas de octubre, El viajero
de los pies de oro, Una nada cubierta de hojas (Premio
Jorge Isaacs 2005), Anterior a la penumbra, El lugar
de la espera (2010), A la sombra de los árboles milagrosos
(2012). Actualmente vive en una cabaña, acompañado de
sus perros, en la Reserva Natural de Chicoral, cerca a Cali.
21 de octubre de 2010
"El lugar de la espera". Gerardo Rivera. Poesía. Antología.
13 de octubre de 2012
El Poeta Gerardo Rivera. Premio Nacional de Poesía José Manuel Arango. 2012
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2 de enero de 2015
Los vinos del desterrado. Gerardo Rivera. VII Premio Nacional de Poesía José Manuel Arango, 2012. Nov. 2014. Edición al cuidado de: Hernán Vargascarreño. NTC ... edición digital-virtual .
http://ntc-libros-de-poesia.blogspot.com/2015_01_02_archive.html
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Gerardo
Rivera Vélez y su obra 'El libro del bosque invisible', ganó concurso de poesía Eduardo Cote Lamus
2015
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http://ntcblog.blogspot.com , ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia
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