miércoles, 30 de noviembre de 2011

Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves. Luis Vidales. Juan David Hernández se refirió al libro.

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¿Qué escritor y qué obras colombianas le gustan?

Me gusta Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves, de Luis Vidales.

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El Espectador, 29 de Noviembre de 2011. http://www.elespectador.com/impreso/unchatcon/articulo-313900-dudo-colombia-se-hable-el-mejor-espanol . Allí toda la entrevista.

Juan David Hernández, el colegial con la mejor escritura en el país

'Dudo que en Colombia se hable el mejor español'

Por: Elespectador.com

El estudiante de 11° del Colegio La Merced San Bartolomé, de Bogotá, viajará a México a participar, del 3 al 5 de diciembre, en el XII Concurso Hispanoamericano de Ortografía.

Juan David Hernández posa junto al trofeo que recibió el 18 de noviembre y que lo acredita como campeón nacional en ortografía. / Gabriel AponteJuan David Hernández posa junto al trofeo que recibió el 18 de noviembre y que lo acredita como campeón nacional en ortografía. / Gabriel Aponte

La página impresa de EL ESPECTADOR.

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NTC ... le envió a Carlos Vidales y a otros suscriptores la anterior información. Algunas respuestas y comentarios:
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*** de Carlos Vidales

para NTC < ntcgra@gmail.com >

fecha ESTOCOLMO, 30 de noviembre de 2011 14:21

asunto Re: "Me gusta Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves, de Luis Vidales." Juan David Hernández, el colegial con la mejor escritura en el país.

¡Abominable, jeje! Tengo en reserva para publicar en el blog de Luis Vidales dos artículos contra ese libro, ambos muy respetuosos y mesurados, porque fueron escritos en tiempos antediluvianos, cuando los críticos escribían para exponer argumentos. El primero es de Darío Jaramillo Agudelo y el segundo es de Héctor Abad Faciolince.

A mí me parece deliciosamente abominable que un sardino diga que le gusta "Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves", y abominablemente delicioso que dude de que en Colombia se hable el mejor español. Es una delicia constatar que Colombia produce sardinos abominablemente inteligentes. Gracias por eso, en nombre de mi papá, que tiene algún impedimento físico para dar personalmente las gracias.

Saludos, Carlos Vidales

http://losimportunos.wordpress.com/ , http://luisvidales.blogspot.com/ , http://hem.bredband.net/rivvid/
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NTC ... ENLACES SOBRE JUAN DAVID y EL PREMIO:


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NTC ... ENLACES SOBRE LUIS VIDALES Y EL LIBRO:

http://ntcblog.blogspot.com/2006/03/ntc-219-complemento-no-2.html

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Tomado de: http://ntcblog.blogspot.com/2006/03/ntc-219-complemento-no-2.html

Abominables poemas del gran Luis Vidales

DARÍO JARAMILLO AGUDELO

Boletín Cultural y Bibliográfico, Bco. Reública. Número 4, Volumen XXII , 1985

http://www.lablaa.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/boletin/boleti3/bol4/abomina.htm

Reseña a Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves

Luis Vidales. Ediciones Aurora, Bogotá, 1985

El 25 de febrero de 1926 apareció en Bogotá Suenan timbres. Cincuenta años después, sin que su autor hubiera publicado más libros de versos, se realizó la segunda edición, esta vez con prólogo y epílogo del autor, además de comentarios de Luis Tejada, Eduardo Carranza, Fernando Arbeláez, Alberto Lleras. Todos, comentarios elogiosos; todos, comentarios acertados: en 1976, en sus bodas de oro, Suenan timbres seguía siendo, como hoy, un libro regocijante, fresco, directo, sutil, humorístico.

Un poeta que está en las antípodas estéticas y políticas del autor de Suenan timbres, Eduardo Carranza, escribe: "Es necesario decir que Luis Vidales fue, entre sus contemporáneos, el único que escribió a la altura de su tiempo, el único que se plantó con un libro extraordinario en la vanguardia, el único que incorporó a su poesía las nuevas criaturas lucientes de la técnica, la inquietud revolucionaria que surgía con las primeras victorias del socialismo, y los tesoros oníricos que venían de la inmersión freudiana en el subconsciente [...] En Suenan timbres hay agilidad, brillo, ingenio, humor y, a menudo, ternura y lirismo".

Suenan timbres, este primero y, por 52 años, único libro de Luis Vidales tiene mayor valor cuando a estas alturas es todavía legible y cuando se piensa en las circunstancias que se vivían en la poesía colombiana en ese momento: a pesar de que la revolución de los imaginistas ingleses había sucedido en 1910 y de que de esas fechas son los poemas de Blaise Cendrars y Guillaume Apollinaire y de que muy poco después aparecieron los poemas de Vicente Huidobro y de que etcétera y etcétera, en Colombia, por aquellas calendas, seguíamos en el modernismo. El primer remezón lo pegó Ciro Mendía —un poeta que está por estudiarse, particularmente en su papel de protovanguardista—, pero el mayor impacto, desde ese momento, siempre lo causó Suenan timbres.

Sobre este hilarante libro ha descansado el prestigio del poeta Vidales, ya coronado con distinciones como el premio de reconocimiento de la Universidad de Antioquia y el premio Lenin, otorgado por la Unión Soviética.

En 1978 se publicó el segundo libro de Vidales, La obreriada, del cual el único elogio que puede hacerse consiste en decir que es mejor que los Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves.

Si el autor del libro que aquí se comenta no fuera un poeta reconocido, no valdría la pena reseñarlo: simplemente merecería sumarse a los cincuenta o cien volúmenes de versos intrascendentes que se publican al año en Colombia. La cuestión aquí es precisamente ésa: que no se reconoce por ninguna parte al autor de Suenan timbres, ese Luis Vidales regocijante; pareciera que el autor de los Poemas del abominable hombre del barrio de Las Nieves fuera otro individuo sin el tino y la frescura del otro. Pero no; ahí está la evidencia, contra el estupor, y estos poemas los firma, también, un Luis Vidales, esta vez sin gracia, sin originalidad, sin emoción lírica, sin fuerza en sus versos políticos.

En el prólogo de la segunda edición de Suenan timbres (Colcultura, 1976), dice Vidales que "he ensayado acentos, dejos, verso libre, verso rimado, poesía sencilla, poesía compleja, qué sé yo. Busco por todos lados, no quiero anquilosarme. Una especie de angustia me lleva a meterlo todo dentro de un gigante laboratorio". Pues bien, Los poemas del abominable.., son una muestra de ese laboratorio de Vidales: en este libro hay de todo eso, rescatado —como dice el prologuista, José Luis Díaz Granados— "de los centenares de carpetas de sus textos inéditos". Aquí hay de todo.

Aquí hay de todo; este libro es una especie de desafortunado muestreo del "gigante laboratorio" o de los "centenares de carpetas" de Vidales. Lo grave es que nada se salva. Nada. Y al amante lector de Suenan timbres le queda la esperanza de que se haya tratado, simplemente, de una mala escogencia. Porque acaso lo único que puede decirse en su favor es que allí hay algunos pasables versos festivos. Pero si se comparan con la buena poesía humorística y festiva que se ha producido en el país, esto tampoco significa mucho.

Vale la pena hacer un recuento de la mezcla que hay en este libro: una traducción del poema de Louis Aragon al partido comunista (que se recuerde, Luis Vidales es el único comunista colombiano que ha sido obligado a hacer profesión pública de obediencia; en 1935 fue acusado de desviacionismo y escribió: "Declaro que ceso toda oposición ideológica contra la actual dirección del partido y que en lo sucesivo aceptaré su política"; no obstante fue degradado del comité central y se le mandó a trabajar con la base), una parodia de un villancico, una nada memorable colección de coplas, lo mismo en décimas, verso libre rimado, verso libre sin rima, hay una oda elemental a la panela, hay versos de amor y de amor a Colombia y política, y elegías a los héroes del comunismo. Y por supuesto hay sonetos, sonetos convencionales convencionalmente rimados —uno o dos casi líricos— y está también el archiconvencional soneto contra el soneto.

Hay de todo; pero nada se salva, contrariando una ley física: por malo que sea un libro, siempre habrá uno o dos chispazos, uno o dos versos hermosos. Aquí no. De ahí la duda, o bien sobre el gusto de quien escogió los poemas, o bien sobre si se trata del mismo autor de Suenan timbres.

Pensando en el rechazo que en su momento provocó Suenan timbres, podría suponerse que el rechazo de ahora significa que los Poemas del abominable.., es tan innovador como aquél. Es posible. El juicio de una nota bibliográfica, por su inmediatez, está más cerca del periodismo que de la historia. Pero resulta que en Suenan timbres todo era nuevo: los temas, el tono, la forma. En cambio en este libro nada es nuevo: es muy difícil que en formas tan convencionales y tan convencionalmente usadas, haya alguna innovación: usar recursos vanguardistas o hacer chistecitos es tan anacrónico como atacar el soneto.

Hay un presentimiento general: estamos en unas vísperas; algo muy nuevo se acerca, una poesía distinta que modelará la sensibilidad del hombre del nuevo milenio. Algo muy nuevo a la medida de un nuevo hombre. Una oscura intuición dice que antes vendrán los destructores de las formas obsoletas; lo que es seguro, es que esa destrucción no se operará desde adentro, a lo kamikaze: el soneto o la copla o la décima o el verso libre o la imagen o la rima no se destruyen escribiendo mediocres sonetos, coplas, décimas, versos libres, imágenes o rimas. Si así fuera, hace mucho que estas formas, con todos sus tics y vicios y lugares comunes, hubieran sido aniquiladas por el peso creciente de tantos mediocres poemas que se publican.

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HÉCTOR ABAD F.
Los timbres se volvieron aldabones

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