domingo, 1 de septiembre de 2019

La mitad oscura de la esfera. Rafael Escobar De Andreis. Poemas, NTC ... EDICIÓN DIGITAL-VIRTUAL DEL LIBRO COMPLETO, EN 4 NUBES. Cali, septiembre 1, 2019

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Gracias al aporte y autorización del Poeta,  
publica y difunde: NTC …Nos Topamos Con … 
http://ntcblog.blogspot.com * ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia
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La mitad oscura de la esfera

Rafael Escobar De Andreis

Prólogo por Armando Ibarra Racines 

Primera edición impresa: Cali, Colombia, Diciembre 2018 
Rosa Blindada Ediciones, http://rosablindada.net/
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Primera NTC ... EDICIÓN DIGITAL-VIRTUAL 
DEL LIBRO COMPLETO (96 Págs.), EN 4 NUBES
Cali, Valle, Colombia, 1 de septiembre de 2019
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Primera NTC ... EDICIÓN DIGITAL-VIRTUAL 
DEL LIBRO COMPLETO (96 Págs.), EN 4 NUBES


NTC ... ENLACES
NTC … 11 de marzo de 2019
La mitad oscura de la esfera. Rafael Escobar De Andreis. Poemas, Cali, Colombia, Diciembre 2018. Rosa Blindada Ediciones. NTC ... registro
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Rafael Escobar De Andreis
Lee algunos de los poemas de su libro
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MIC-NTC ...VIDEO (28 minutos):

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Rafael Escobar De Andreis

Santa Marta, 1946

Médico de la Universidad del Cauca.

Anestesiólogo de la Universidad del Valle.

Ha sido Director del Taller de Poesía El Palabreo de la Universidad Santiago de Cali *.

Coordinador Académico durante más de dos años del grupo "Semilla de versos" que dirige la Poeta María Jenny Cabrera, actualmente en la Biblioteca Departamental.

Codirector de la Revista de Poesía Clave desde su fundación (2004)

Miembro del grupo virtual Taller de versería,   www.verseria.com 

Publicaciones: A la espera del alba, Relatos, 1995; Mirada de sombras, poemas, 2001; Entre el mar y el olvido, poemas, 2005; Golpes bajos en los años altos, Relatos, 2013.

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En el 2011 su poema “Morada de niebla”  fue premiado por la Casa de Poesía Silva en la convocatoria: “La poesía como una casa”
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* Más información sobre el Poeta: 


Su facebook 

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DE : Eduardo Botero

Para: Rafael Escobar De Andreis

https://www.facebook.com/eduardo.botero.146/posts/291934431835912

¿Por qué una carta? Porque estamos separados por el encierro y las cartas se inventaron para acortar distancias...

DÍA 28 DE MAYO,  2020

Querido Rafa:

Recién ingresado en el denominado grupo de la tercera edad, grupo al que tu perteneces hace más tiempo que yo, y, conociendo tu protesta contra la obligada cuarentena a que estamos sometidos en todos los escenarios diseñados por las diversas posturas políticas y sanitarias que dominan la coyuntura, he considerado pertinente escribirte esta carta. Adicionalmente porque me has enviado tu último libro y quisiera no cometer la grosería de malograr semejante honor con mi silencio.

En forma

Vital y constante trotador, / no temas cometer el error/ de la mujer de Lot. / Si algo te pudiera asustar/ no sería la estatua de sal/ en que puedas convertirte;/ sino la visión misma/ de la muerte, que fiel a tu ritmo/ también se entrena.

¡Y yo que me he propuesto en esta cuarentena ponerme -ahora sí en serio- a trotar! Estoy caminando todos los días más que un mendigo, más que un perro con tres pelotas. Con este poema tuyo te declaro poeta maldito. ¡Y yo que me tragué el cuento de que eras depresivo! Si te leo ahora despotricando contra la prohibición de salir, implacable con nosotros, los viejos. Esto no es lenguaje de deprimido, todo lo contrario, es lenguaje de alguien que gusta del sol y de la deambulación libre. Los deprimidos se encierran en la doble cárcel de su habitación y de sus autorreproches sádicos. Los deseosos de vivir salen a la luz con luz propia, sin afán de predicar hábitos saludables ni nada de esas cosas con las que la medicina volvió a ser una pastoral más.

Vulnerabilidad, necesidades básicas, depresión, manía, todas son palabras que quiere el Amo imponer para velar que estamos en-vejez-siendo, es decir, que no dejamos de ser y no deploramos en-vejez-ser. Lo celebramos porque nadie nos quita lo bailado y llegar a la senectud tomados por inquietudes estéticas e intelectuales de amplio orden y de mejor desorden.

Entre otras cosas porque siempre nos ha gustado leer y pensar sin sentirnos obligados a hacerlo para presentar un examen. Desde el segundo o tercer examen de conciencia que hicimos en la vida, cuando descubrimos que bastaba repetir como jaculatorias el inventario de faltas cometidas, sobre todo las eróticas, accedimos al verdadero uso de razón. Una razón de a puño que comenzaría a carcomernos de ahí en adelante: los demás querían que juráramos que hacíamos la primera comunión sobre todo por el hecho de recibir a Jesús en nuestro corazón. Un riesgo se avizoraba: podíamos, con esa habilidad para encubrir las verdaderas intenciones, dar nacimiento a la vocación de curas.

Supieras cómo fue en mi caso. Yo hice la primera comunión en 1962. Creo que recé tanto por la salvación de Colombia y en favor de los niños de Cuba que los curas nos decían se llevaban para Rusia a donde se los iban a comer… Recé tanto que cumplí con el número de rezos que supuestamente se exige a todo creyente inventariar al final de su vida. Pedía al buen Dios que oyera a sus curas clamando contra la atrevida acción de rusos deseosos de comer niño cubano. ¿Quién iba a pensar, en ese entonces, que los que se estaban comiendo a los niños no eran los rusos?

Mira tú, la vejez nos ha servido para corregir la equivocada idea que tuvimos entonces y aunque ese descubrimiento no ha sido agradable (no es agradable escuchar tantas historias de niños y de niñas sometidos a abusos por personas en quienes habían depositado afecto y confianza), por lo menos salimos de un error al que fuimos inducidos entonces.

Para algo sirve llegar a viejo, Rafa. Y apelo a tu protesta contra la cuarentena que nos elige objeto invariable de todos los que ocupan algún puesto de responsabilidad en esta pandemia.

Pero como en tu poema dices: “la muerte, que fiel a tu ritmo/ también se entrena.”

Porque venimos de un espíritu de época que entronizó una ilusión como realidad deseable: la de que era posible morir aliviados. Los ideales de eterna juventud, la práctica de ejercicio, el cuidado de los hábitos saludables, etc. son subsidiarios de esa realidad imposible pero deseada. La muerte siempre era ajena: en los campos, en los suburbios, en la pobreza, en los enfermos… Nos habíamos acostumbrado también a los catarros, no desconfiábamos intensamente por la cercanía de alguien agripado y seguíamos el curso de nuestras vidas cotidianas confiados en que nuestras defensas, estimuladas por toda clase de remedios que tomábamos para fortalecerlas y por la buena nutrición, nos protegían de manera invencible.

Con eso y todo, tal vez porque alguna vez asistimos a la conferencia de Gonzalo Canal Ramírez, a quien invitó Víctor Salamanca para promocionar su libro ENVEJECER NO ES DETERIORARSE en las páginas del Magazín Asomeva, y tal vez porque fuimos siendo viejos sin enfermar gravemente por serlo, nos sentimos favorecidos al ser en la vejez lúcidos y deseosos de continuar disfrutando de los oasis estéticos e intelectuales que brinda este desierto llamado mundo actual.

Y porque sabemos, con Ciorán y con otros, que la muerte es ineluctable. Que la principal causa de muerte es la de estar enfermos de vida. Y que esta panza que nos sale (a mí, a vos no) puede ser debidamente acariciada cuando nuestro espíritu toma la vía del recuerdo y de felicidad con lo vivido, incluidos los errores. Si no pensáramos a diario en la muerte, Rafa, estaríamos ya muertos. Y no en la muerte de otros sino en la propia. La definitiva porque sabemos que ya hemos muerto muchas veces: como bebés, como niños, como bachilleres, como graduandos, como solteros, como casados, otra vez como solteros, otra vez como casados, y así…

Y, mientras tanto:

Descartes mejorado

No te basta con pensar que piensas/ ni con sentir el tic-tac detrás del pecho/ ni siquiera con saber que aún la sangre/ fluye libre como el curso de un río. / Cada tres meses debes ir ante un Notario/ y decirle: Aquí estoy, soy yo, todavía vivo, / y refrendar tus palabras con un dedo. /Él firma una vez más solemnemente/ tu nueva visa, tu viaje a la existencia.

Su Majestad del Poder, el biopoder: es el Notario, Rafa, no la vida misma, el que certifica que estás vivo. ¿Para qué? Para que el Fondo Monetario Internacional sepa que todavía sigues siendo una carga. Pues ¿qué otra lógica tendría ese acto notarial? ¿Que los demás sepan que estás vivo? No. Lo saben, aunque sea para lamentarlo… (vos también… ¿Tenés esquinas por las que no te atreves a pasar?) Que el censo electoral no te borre de la inscripción de tu cédula: a lo mejor, en Colombia los muertos valen para el voto, y mucho, por eso somos cada vez más pueblo fantasma…

Pero lo que más duele en la vejez no es otra cosa que la desolación, no la soledad. Y el encierro obligatorio resulta fatal para quien acostumbra a vivir la vida, a veces en casa a veces por fuera, pero siempre como resultado de una libre elección. También la vida es pulsátil, como el corazón del que está vivo y el tic tac de corazón lo puede también vivir el estar yendo y viniendo, aunque sea sin la sílaba “se” al final de cada acción.

Y el confinamiento obligatorio facilita, nos hace proclives no a la soledad sino a la desolación, porque es obligatoria. Como todo acto autoritario, siempre nos será presentado como por el bien de nosotros. “Me duele en el alma darte estos correazos, pero más tarde comprenderás que lo hago por tu bien”. Como si no se nos alborotara la memoria antigua, Rafa, eso que los clínicos llaman el fenómeno de Ribot: así, más por cuenta de la ansiedad que del rigor pedagógico, los correazos venían implacables. Al dolor de la pela se agregaba la obligada sí, pero también simulada aceptación de recibirla como supremo bien. Porque en esa escena tuvo origen nuestra relación con la dignidad, Rafa, y aquel que cifra su memoria solamente en el castigo recibido y olvida que el pensamiento fue territorio de libertad, aprendiendo a simular que se compartía la también mentirosa justificación escuchada. Quien no hizo uso de ella o lo hizo y lo olvidó, tenga neurosis.

Poética

Aunque la materia que moldeas/ no sea siempre sagrada/ y sólo necesites del fuego/ de la pasión para purificarla; / aunque cada verso imite apenas/ la respiración ritmada que promete/ juventud eterna; /aunque no produzcas oro, /sino el opaco brillo de las palabras. /Aunque sólo intentes animar/con tu propia alma que se entrega/ tu labor de amanuense... /Eres un alquimista, /que no posee la piedra filosofal/ ni ha encontrado el elíxir/ que derrote a la muerte.

Ni oro ni vida eterna. El Dios de los teólogos es infalible porque es eterno. Si no fuera infalible, el remordimiento le duraría por toda la eternidad. Ergo: no es masoquista. Nosotros, si estamos tomados por el remordimiento o por cualquiera de esos instrumentos mentales que alimentan el masoquismo moral, afortunadamente no somos infalibles, porque no somos eternos. Sabemos que habrá un momento favorable para terminar el sufrimiento, si lo ha habido. Con Epicuro, tal vez, aprendimos que el placer se derivaba del acto mismo y en el recuerdo de ese acto. Si no era así, era otra cosa. Sin Oro, porque supimos lo que sucedió a Midas. Si vida eterna, porque lo importante era aprovechar la corta vida con la que hemos aprendido a apreciar aquellas cosas que pueden obtenerse sin que nos lleven a la perdición. Por eso nos gusta estar en vejez siendo, Rafa. Y, sobre todo, para poder apreciar tu poesía de hoy como lo hago con tu libro LA MITAD OSCURA DE LA ESFERA.

Eduardo

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Rafael Escobar De Andreis

https://www.facebook.com/eduardo.botero.146/posts/291934431835912?comment_id=291944031834952

Gracias Eduardo por esos comentarios que por fortuna no son meros elogios sino reflexiones inteligentes sobre lo que intenté decir y creo que algunas veces lo logré. Yo no me propuse escribir un libro sobre esa temática que muchos eluden, lo que hice fue reunir los poemas que tenía sobre la Muerte, agregarle unos nuevos y echarlos a rodar. Un fuerte abrazo!!

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NOTA DE NTC ... (mayo 28, 2020)

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Y a propósito de la VIDA y la MUERTE:

La COLECCIÓN “VANITAS”, historia, autores –pintores-  y obras   

La vanitas es un género artístico que resalta la vacuidad de la vida y la relevancia de la muerte como fin de los placeres mundanos. Se considera un subgénero del bodegón o naturaleza muerta, por lo general de alto valor simbólico y alegórico. Es un término latino (vanĭtas) que significa vanidad (de vanus, «vacío»), entendida no como soberbia u orgullo sino en el sentido de futilidad, insignificancia, fragilidad de la vida, brevedad de la existencia.

Sigue en:

 ​https://es.wikipedia.org/wiki/Vanitas

“Vanitas”, por  Simon Renard de Saint-André (París, 1613-ibidem, 13 de septiembre de 1677),  pintor y grabador francés. 

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Gracias al aporte y autorización del Poeta,  
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