viernes, 10 de mayo de 2013

Protesta por los hombres vencidos. Álvaro Vélez Calle. 1966

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Protesta por los hombres vencidos 
Álvaro Vélez Calle 
1966
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 Editor: Medellín  Cultura 1966 .
Edición: 1a ed .
Descripción: 138 p. 20 cm .
Medellin, Tall. Gráf. de Editorial Cultura, 1966

Páginas 4 a 7
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Título


Protesta por los hombres vencidos . Libros
Autor(es)
Publicación
Colombia : Cultura
Descripción Física
138 p
Idioma
Español;
Clasificación(es)
Materia(s)
Disponibilidad
CodBarras
Localización
Estante
Signatura
Estado
Categoría
0093078
Biblioteca Mario Carvajal
Colección General BMC Piso 2
C861.44 V436p e1
Disponible
General
0093079
Biblioteca Mario Carvajal
Colección General BMC Piso 2
C861.44 V436p e2
Disponible
General
 .

DEL AUTOR

Tengo más de treinta años: Nací - accidentalmente en un pin-
toresco pueblo antioqueño, con marcado ancestro de arrieros so-
ñadores, Las primeras vocales las aprendí en una escuela públi-
ca; en ese entonces todos los muchachos vestíamos pantalón cor-
to y generalmente asistíamos al plantel sin zapatos, pues, és-
tos, los debíamos usar los domingos, Auncuando mi familia se
preciaba entre las mejores del pueblo, -prejuicios burgueses-
la mala fortuna nos acompañó siempre. 

Atendiendo a la costumbre, tan arraigada en nuestras gen-
tes antioqueñas, de tener un "curita" en la familia, mis padres
trataron de que me convirtiera en el "obispo" de la casa, moti-
vo por el cual, me internaron, durante tres penosos años, en un
colegio de Eudistas; donde leer la Biblia y el Quijote -era "pe-
cado mortal" -. Jamás he podido saber qué significan estas dos
palabras,

Debido a mi atroz internado, a mis pésimas calificaciones
en conducta religiosa, indisciplina, y a mi tremendo aburrimien-
to, terminé por enfermarme de "taquicardia" y del sistema ner-
vioso, No me interesaba sino por las novelas de Julio Verne, los
deportes y la primera novia que nunca pude ver más de dos ve-
ces. De mis estudios en la universidad podría decir lo mismo, in-
disciplina, amor por los deportes, por las huelgas y por las co-
legialas. Años irreeponsobilidad, que mi madre, una mujer
maravillosa, me reprochaba con su famosa máxima: "Errores
en la juventud son letras giradas para la vejez". Ahora he em-
pezado a pagar estas letras y seguí haciéndolo, no hay reme-
dio.

Después Cali, el matrimonio. Nací para asociarme. Nuevos
viajes, luego Bogotá, años de estudio en una facultad
de derecho, terribles dificultades económicas y la incierta visión
de un diploma como "Doctor en Derecho", en un país donde la
única ley existente y valedera está en manos del "Gamonal de
turno" y del acaudalado señor. Al diablo con esta profesión pue
me acreditaría, para lanzar viudas, dictar sentencia en favor
de usureros y arremeter contra infortunados. Los estudiantes
han sido conejillos de laboratorio, y nosotros lo fuimos de una
dictadura que escribió su genocidio un ocho y nueve de Junio
con gran arremetida brutal de ametralladoras.
       '
Después los años amargos frente a la lucha por la supervi-
vencia, la pelea del fuerte contra el débil, la intriga, la audacia,
"la maldita vida", los "consejos señoreros". Como vendedor de
seguros grandes éxitos, "excelente vendedor", "estrella", "ven-
dedor honorífico", bla, bla, bla. Medallas, diplomas, recepciones,
etc. y un final dramático: me despidieron por indisciplinado,
sin fórmula de juicio, debido a mi irrenunciable espíritu prole-
tario, que no encajaba dentro de las normas de compostura, cor-
bata, recogimiento y servilismo incondicional, al patrono y due-
ño de la Cía. Años de angustia, caos y desesperación, pero
siempre optimista y confiado en los más inalienables valores
del espíritu.

Por mi ancestro de arriero, -me tienen sin cuidado los a-
pellidos cortesamos-, hube de ensayarme como "[inquero", a-
prendiendo de la miseria y abandono en que sobreviven nuestros
campesinos, los que rompen surcos y siembran sudores, los que
malvenden sus cosechas a oportunistas sin corazón pero terri-
blemente religiosos y fanáticos, los que sacan del río peces mul-
ticolores, en fin, conocí al hombre verdadero, de piel a piel. Me
dolían las manos por inútiles, y me duelen aún.

Toda obra humana, debe ser un testimonio de conciencia. Una
verdad. Que duele a algunos, la verdad nos duele, es un fe-
nómeno humano. El hombre siempre ha eludido la verdad; vi-
ve un mundo de dioses y mitos. Adular y mentir son palabras
muy fáciles, pero caemos en el error de confundirnos y nos
embriagamos de falsedad.

Estos poemas son mi testimonio. Mi verdad.  Quién se sienta
aludido o herido en su mundo mitológico debe buscar su mun-
do real. Mentir en mis actos de conciencia, sería empequeñe-
cerme y mi único patrimonio "radica en la verdad de mis con-
ceptos. Esta es mi verdad, escribir lo que siento.

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Última página.
Título de la Obra
PROTESTA POR LOS HOMBRES VENCIDOS
Autor
Álvaro Vélez Calle
Derechos reservados
Primera edición Julio 1966
Carátula de
Claudia Samper


Este libro se terminó de impri-
mir el día 9 de Julio de 1966,
en los talleres gráficos de
EDITORIAL CULTURA,
MedelIín - Colombia.


UNIVERS'DAD DEL VALLE
DEPARTAMENTO DE BIBLIOTECAS
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