Gracias al aporte y autorización de la Poeta
de los tres prologistas y de la editorial,
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SOLAZ ATARDECER Y MARAVILLA
DINA MERLINI
1939
Primera edición. Julio de 2019
Páginas: 80
Ediciones Corporación Colombiana de Teatro
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La presentación del libro tuvo lugar en el
Banco de la República de San Andrés,
el jueves 25 de Julio, a las 4 p.m,
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CONTENIDO
PRÓLOGOS
Prólogo
(1 de 3)
Quién es Dina Merlini?
Por
Patricia Ariza *
Dina es una
poeta nadaísta emblemática que caminó conmigo en los sesentas por las calles de
Medellín durante muchas veces. Ella me enseñó a jugar Billar Pool en el café
Metropol. Su presencia era como una performance permanente. Era, éramos una
generación bohemia de poetas de las letras y de la calle. Gonzalito era el jefe
de la pandilla.
Pasamos
mucho tiempo juntas y juntos leyendo poesía y escuchando a los nadaístas que
eran tan jóvenes como brillantes. Escuchar a Amilkar U a Darío Lemus o a
Alberto Escobar, era como transportarse a otro mundo. Ellos venían de la Medellín
conventual y yo emergía de un colegio de monjas de donde me expulsaron.
Teníamos muchas razones para no estar de acuerdo.
Nunca
supe de dónde venía Dina, pero ella conocía todos los secretos de la noche. Con
ella, Helmo Valencia y Helenita Restrepo y otros siete nos fuimos a una isla en
el pacífico. Íbamos a fundar una nueva sociedad. Viajamos a Isla Nada,
como tituló Helmo Valencia en su novela ese lugar. Y, allí nos encontramos con
un universo increíble. Los afro que habitaban la isla nos enseñaron a pescar y
a conseguir la comida de cada día. No logramos fundar una nueva sociedad, pero
comprendimos cómo era el mar y cómo, en el extremo del mundo, vivía una gente
que a pesar de la precariedad, tocaban tambor y bailaban como dioses.
Dina era y es
bella, pero sobre todo, rebelde. Tenía en su cuerpo y en su alma una desazón
que a veces se traducía en rabia contra el mundo o contra ella misma. Es que
era difícil entender ese tránsito entre la vida aldeana de la Medellín
conventual y con nuestros cuerpos y palabras que anhelaban acceder a una
modernidad postergada. Éramos un grupo de jóvenes que expresaba el profundo
malestar en la cultura de la época. Los nadaístas estábamos en el centro de la
transición entre la aldea y la ciudad. Estábamos instalando la polis. Muchas
veces nos insultaban, pero otras más nos admiraban. La gente moría por
escuchamos, por escuchar a Gonzalo y por hablar con nosotras.
Era
fantástico escucharla a Dina disertar sobre la Nada que era una forma de
llamar el Todo. Nosotras con Dina fuimos testigos, víctimas y
transgresoras de esa vieja sociedad patriarcal que se negaba a dar paso a lo
nuevo. Los nadaístas traíamos un mensaje renovador tanto en la presencia como
en las palabras.
Hoy, 50
años después, traemos al mundo estos poemas ocultos de Dina
Merlini, poemas que la habitaron y que ahora emergen a la luz con el brillo
de una libélula que necesita volar.
Gracias
Dina por su vida y por su poesía.
Patricia
Ariza*
* Patricia Ariza: Una vida polifónica.
Mujeres Confiar, Publicado el 7 mar. 2019
https://youtu.be/pqtiZiJMcgk Video 44 minutos
http://corporacioncolombianadeteatro.com/patricia-ariza/
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Dina y Patricia
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* Patricia Ariza: Una vida polifónica.
Mujeres Confiar, Publicado el 7 mar. 2019
https://youtu.be/pqtiZiJMcgk Video 44 minutos
http://corporacioncolombianadeteatro.com/patricia-ariza/
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Hay mujeres que nacen para hacer historia, y más aún ahora que hay tantos que rechazan la historia que escribían los vencedores para que la leyeran los hijos de los vencidos.
Prólogo (2 de 3)
El último vuelo de la libélula
Jotamario Arbeláez
Tomado de: NTC … 23 de julio de 2019
El último vuelo de la libélula. Jotamario Arbeláez. Intermedio. Solaz atardecer y maravilla. Poemas. Dina Merlini. Versión para NTC…
Hay mujeres que nacen para hacer historia, y más aún ahora que hay tantos que rechazan la historia que escribían los vencedores para que la leyeran los hijos de los vencidos.
Es entonces cuando las heroínas y vencedoras son ellas y la historia cambia de tono.
De entre las mujeres del nadaísmo, movimiento al que nos metimos casi de niños encantados porque no sabíamos adónde nos iba a llevar y mejor que no nos llevara,
destaco a estas alturas de la vida, a los 60 años de nuestro primer berrido, a dos almas que han sido bellas con todo y cuerpo,
a Dina Merlini y Patricia Ariza, quienes han sabido mostrar al mundo lo que significa ir montado en el potro sin riendas en la poesía.
Fueron ellas quienes entraron primero con medias negras y faldas cortas en los bares de Medellín, donde tradicionalmente las únicas mujeres que accedían eran las coperas.
Parece que fue antier ese día de la semana santa de 1961 cuando las conocí haciendo su ingreso al Café Colombia de Cali, donde departía con Elmo Valencia,
recién llegadas de Medellín a seducirnos para que viajáramos con ellas a tomar posesión de la isla de nuestros sueños, que había adquirido otra nadaísta, Helena Restrepo,
en el océano Pacífico, mar adentro desde Tumaco, para alejarnos de la civilización que nos apestaba.
Con Helenita venía también Herlinda, su amante, y otros tres nadaístas recién reclutados.
De allí nació la legendaria novela del Monje Loco, Islanada, de la que 7 somos sus fatales protagonistas.
Yo tenía el compromiso de viajar a Bogotá a asistir al estreno de la obra de teatro de Gonzalo Arango, Los nadaístas, en el teatro Odeón.
Luego no podía acompañarlos, pero cómo, a pesar de que la llama de la atracción me chamuscaba por dentro.
Quise hacer del cuerpo de Dina un poema que perdurara para que perdurara ella y con ella yo, en la historia de la literatura y de los mores fugaces.
En ese tiempo, a pesar de y precisamente por no tener nada, nuestras ambiciones no eran modestas.
El poema-libro se llamaría El cuerpo de ella, y el plan era que me posara desnuda para irla retratando ojo por ojo y diente por diente, de la cabeza a los pies, de la cadera izquierda hasta la derecha.
Aceptó y en ello nos empeñamos jueves y viernes santos. Mientras los demás se aprovisionaban de lo mínimo para el éxodo.
Marcharon por Buenaventura rumbo a Tumaco y luego a buscar la isla que no encontraron, por cuanto sufría de erosión marina y permanecía seis meses sumergida y seis meses a flote. Llegaban en la época en que la isla era Atlántida.
El poema lo vine a encontrar treinta años más tarde, lo sacudí y con él gané el Premio Nacional de Poesía del Distrito, lo tradujeron en París, en 2001 presenté la versión bilingüe en La Conciergerie y en la Unesco,
luego Zacarías Paine haría la versión bilingüe español-inglés y Gustavo Mauricio García en Bogotá la edición facsimilar con dibujos de Máximo Flórez para celebrar los 60 años del movimiento.
Cedí a Dina los derechos que produjera. Pero aunque aún no sabemos si nos va a generar la inmortalidad literaria como a Petrarca y Laura, lo que sí ha sucedido es que en esta vida ha sido poca la pecunia recaudada.
Volví a encontrar a mis heroínas en Bogotá, participamos en la orgía fotográfica que nos hiciera en el 64 el gran Nereo en las gradas del Capitolio y en la cafetería de La casa del florero,
con Gonzalo Arango, Humberto Navarro, Elmo Valencia, Eduardo Escobar, Darío Lemos, Barquillo, Fany Buitrago, Mario Francisco Restrepo, Moisés Melo, Carmen Payón, Arturo Esguerra, y les fui siguiendo el paso pues la amistad se consolidó para siempre.
Desde el 70 toda la provincia nadaísta se instaló en Bogotá, y Dina y Patricia consagraron su creatividad y talento al teatro.
Desde entonces nos hemos mantenido como una comunidad de iniciados en ese gran secreto que nos es vedado revelar, y que sólo se nos permite sugerir a través de nuestros poemas.
Hace más de 30 años Dina marchó a San Andrés, que ha sido un fortín nadaísta, con su compañero el joven Iván a cumplir su frustrado sueño marino.
Ha vivido frente al mar en la localidad de San Luis, donde continuó con sus actividades teatrales, y cuidando en el día niños, perros y gatos
para entregarse con su amigo en la noche a la invocación de Baco, Neptuno y supongo que también Eros.
Hasta que el tiempo fue erosionando la roca de que fue hecha y terminó en el Ancianato de la isla, donde vive el reposo de la guerrera.
Vigilada de cerca por esa particular criatura que es una de las más viejas del mundo, la poética esponja marina Ceratoporella nicholsoni, anterior a la especie humana,
que acaba de ser descubierta en una caverna, robándose la atención de la isla.
Allí se ha dedicado a revisar los papelitos de la vida, poemas y pinturas. A pedido de Patricia, que ha velado por ella, ha preparado el libro de poemas que estamos presentando, Solaz atardecer y maravilla.
Una vez preparado el libro me ha pedido unas palabras de prólogo, para que si El cuerpo de ella no nos concede la inmortalidad nos la logre éste. A morir y a resucitar juntos, como se dice.
Casi todos se han ido yendo, este libro sería una tabla de sobrevivientes. Patricia Ariza es la editora, y prologuista también como Satizábal Carlos su poeta consorte.
A ella le ha dicho cuando la visitó en su amable refugio de San Andrés que se apure, que puede ser el último vuelo de la libélula. Me impresionó ese término, que bien podría ser también el título de su libro.
Me hizo acordar de uno de los últimos escritos de Henry Miller, Inmóvil como el colibrí, donde lejos de las procaces expresiones de sus Trópicos iniciales, se extasía en el susurro, en el albricias, en el batir de las alas frente a la flor.
Este libro de Dina es un adiós a las estridencias, a las maldiciones sonoras, a la quejumbre.
Es el canto de gracia, la contemplación del ensimismado en los atardeceres celestes, el paso de las escobas del tiempo y el viento, el barajar de los sueños, la descripción de los meteoros con el corazón perplejo, el vestido de luz para recibir la hostia del sol.
Acabo de llamarla por el teléfono para decirle que estoy terminando el prólogo y felicitarla por la frase de la libélula
y en ese momento sonó el tún de un pájaro que se acababa de estrellar contra el vidrio de su ventana.
Colgamos, y le quedó sonando en el auricular el toque de una ocarina. Exactamente como suena su poesía.
Bogotá, Febrero 15, 2019
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La
poesía de Dina Merlini: luz del atardecer, solaz de la lejanía, amor del
tiempo.
Por
Carlos Satizábal*
La
poeta Dina Merlini invita a nuestro corazón a contemplar su cantar
pensativo y amoroso, desde su atalaya de tiempo azul y atardecer en el alto de
San Luis, en la isla de San Andrés. Al canto de esa luz, su canto contempla la
vida y nos revela que los rumbos del tiempo vivido son caminos del sueño: el
"camino soñado": el "eterno devenir / de tiempos en cadena / y
del sueño". Su música de mujer canta la naturaleza de sueño del tiempo y
de nuestras búsquedas de sentido: "sueños guardados en las manos". El
soñar y el sueño son las metáforas, los elementales, de esa búsqueda diaria en
el tiempo que nos colma la vida con la luz de cada atardecer, con el azul
inmenso, con el solaz de la mujer que contempla la lejanía del mar y de la vida
desde su montaña de silencio, y lluvia y viento: un viento profético que agita
cada tarde las palmeras y los grandes árboles de fruta del pan -el frondoso
bread fruit, fritura deliciosa de la comida
isleña-, los nísperos y los zapotes , los guanábanos y los naranjos, sombras de
amor y rumor y aromas del viento que resguardan esta loma del caribe donde
"... una mujer triste / huérfana de deidades" nos revela en su poesía
el ser, el Uno, que es ella, y en ella uno como lector del poema: bálsamo que
transmuta la tristeza en la búsqueda de la armonía, en la diaria metáfora viva
del tiempo que fluye
del mañana, que nace cada mañana de la inmensidad azul del cielo: "sólo
reconforta / el mañana": canto del abrazo fraterno, del sueño, de las
remembranzas, del reencuentro: "¡reencontrarte / con el gozo / y la
armonía!" Su poesía del azul y el mar hace que sintamos real -y feliz- la
fugacidad y la persistencia del tiempo que se nos escapa pero permanece en
nuestras manos: en viento, en espuma, en olas, en el gesto fraterno de la
sonrisa: "solo el viento / solo la sonrisa / y la espuma / coronando las vetustas
olas1'. Nos revela su canto contemplativo que la fugacidad del tiempo persiste
en todo lo que fluye y huye, en la ola y el viento, en la espuma y la sonrisa,
seres fugaces que nos "alzan hasta el infinito"., y desarman, frente
al mar, nuestros miedos y soledades: "alzamos hasta el infinito / y
arropar la arena / penetrar nuestros miedos / sin amargura / empuñar el viento
/ y amar". "Empuñar el viento / y amar": el amor y lo inasible y
fugaz respiran en cada verso. El amor y el azul y la inmensidad del mar que
vemos desde su atalaya dibujado con sus pinceles de acuarela, con sus metáforas
pensativas, con su música de palabras. Y el amor -con el sueño, con el azul,
con la poesía que grita con el mar- el amor es la otra fúerca elemental que
alimenta el fluir diario del tiempo: en los anhelos: "habrá otro devenir y
/ soñaremos. / Otra mañana de color / naranja / y soles presentidos / un
gracias / y un te amo / Siempre la poesía / con su grito magnífico / refugio de
mis manos", lis en la fugacidad que permanece el tiempo: es en "el futuro
incierto'1 que perviven los "sueños heridos", que vive el amor, que
se hace obra la creatividad de la artista que persevera, la mujer que vive y
persiste en su amoroso cantar: "bandada de pájaros, / agua de mar /
creando caracolas. / nada puede detener mi afín / ... Seguiremos creando /
permaneciendo". Es en el cantar que celebra el azul donde vive y sentimos
el tiempo y persistimos. Recuerda este cantar pensativo el azul apacible del
poeta que nos dice que poéticamente habitamos entre cielo y tierra, entre el
azul celeste y el mar de los siete colores. Y esa celebración nos regala la
sabiduría:"... albergamos conciencias. / En mi jardín / las palabras
mueren /... combatiendo la melancolía. / Caliento mi huella, / en este piélago
arenoso / y azul". El mito es el otro elemental del tiempo -y de nuestro
ser que habita el azul- que nos revela el otear contemplativo de su canto:
"Soy historia y presentimiento / mito hecho presente en el / origen /
tengo el fuego / el llanto / y la melancolía / reclamo futuro". Y el otro
elemental es la amistad, que es amistad con el amigo, y también amistad del
canto con cada lectora, con cada lector que llega al azul amoroso de esta voz
del mar y del tiempo que vivimos:"!cantar contigo / valió la pena, /
amigo". "Expulsado mi corazón / del paraíso / encontré la vida / heme
aquí".
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*
Escritor. Director Maestría en Escrituras Narrativas, Docente asociado.
Universidad Nacional de Colombia
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Algunos enlaces sobre DINA:
Algunos enlaces sobre DINA:
Su facebook: https://www.facebook.com/dina.merlini
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EL CUERPO DE ELLA (1999)
Por Jotamario Arbeláez
Libro completo
-
NTC … 4
de noviembre de 2017
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Otros enlaces relacionados
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NTC ... ENLACES
La presentación del libro tuvo lugar en el
Banco de la República de San Andrés,
el jueves 25 de Julio, a las 4 p.m,
en reunión amorosa programada por
Patricia Archbold y María Matilde Rodríguez.
Detalles de la presentación en:
NTC … 23 de julio de 2019
El
último vuelo de la libélula. Jotamario Arbeláez. Intermedio. Solaz atardecer y
maravilla. Poemas. Dina Merlini. Versión para NTC…
Gracias al aporte y autorización de la Poeta
de los tres prologistas y de la editorial,
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