miércoles, 12 de febrero de 2014

Ciudad de corazón negro. Armando Barona Mesa. Poemas, 1992.

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VIENE y COMPLEMENTO de

11 de febrero de 2014


Ciudad de corazón negro
Armando Barona Mesa
Poemas, 1992

Imprenta Departamental del Valle. Cali, Colombia
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16.0 x 21.5 x 1.0 cms. Páginas: 194
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TEXTO EN LA SOLAPA
ARMANDO BARONA MESA
es un conocido escritor y político del Valle del Cauca, ha sido Senador de la República y Embajador en Polonia. Igualmente ha desempeñado algunas posiciones administrativas. Es periodista, tiene una columna en el periódico Occidente de Cali, y en algunos otros del país. Nunca ha sido lo que podría denominarse un profesional de la política, ni de la literatura. Su profesión es el Derecho. Pero es hombre de extraordinaria sensibilidad poética, género que cultiva para sí mismo. Este libro, realmente, se edita casi que contra su voluntad. Unos amigos llevaron a la Asamblea Departamental tal iniciativa para su publicación y otros se han empeñado en que tal propósito se lleve a cabo. Presentamos pues, una parte de la inspiración de este vallecaucano.
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ÍNDICE
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PRESENTACIÓN
Por Héctor Moreno
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PRÓLOGO
Por Fernando Cruz Kronfly
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PRÓLOGO (TEXTO)
Para el libro de poemas
Imágenes integradas 1

“Ciudad de corazón negro”. Armando Barona Mesa

Cali, Febrero de 1992 
Por: Fernando Cruz Kronfly

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NTC ... COMPLEMENTACIONES
A OCTUBRE 28, 2016 ( 1 )

Páginas 187, 189 y 191 del libro

OPACIDAD

Por Armando Barona Mesa 

In Memorian del inmenso Carranza

¡Todos estamos muertos!
Ya no distingo qué diferencia existe
entre el grito de un niño
o el de aquél al que cortaron
la frente ingrávida,
fuente marchita de pesares.

¡Todos estamos muertos!
La mirada de nieve sólo ve campos fríos
¡Todos estamos muertos!,
como ese crepúsculo
que se escapó de la rígida marcha del tiempo
y es sólo sangre desleída.

¡Todos estamos muertos!
como esa rosa que penetra de luz
los vergeles
y al otro día nadie la quiere
con sus pétalos mustios y arrugados!

¡Todos estamos muertos!
 ¡Muerta está la manzana!
¡Muerta está la tristeza!
muerta la vid,
muerto el trigo,
muerto el vino,
muerta la sangre azul,
que corrompe la sangre,
muertos los sueños,
muertas las manos ateridas.
Y hasta está muerta la herida
por la que sale la muerte!

¡Todos estamos muertos:
está muerto el mar,
muertos los ríos,
muertas las gaviotas,
muertas las algas y los corales,
muertas las calles sonambúlicas,
muertos los caminos sin amapolas,
muertas las amapolas,
muerto está ese que mata,
y muertos los luceros
y las novas que nacen muertas,
como cualquier niño gritando su muerte.
Está muerto el tatuaje de mi pecho,
muerta la pálida gardenia
y muerta la copa azul en la que bebo
a sorbos lacerados mi propia y única muerte!

Ya no recuerdo cómo era
la voz de alondra de mi madre,
fugitiva en la luz de los topacios,
ni veo en la memoria
la sombra honrada de mi padre
labrando con su hacha
el corrugado afán de cada día.
Todos están muertos
como la voz de la campana,
bronce y cristal
en mi niñez rosada,
tímpano de fulgores matutinos.

¡Todos estamos muertos!
 Los amigos que vendimiaban
 las recogidas voces de la tarde
y entregaban al par que su camisa,
las notas musicales de sus sueños
así mismo murieron
con ese grito líquido de muerte
que acribilla las noches sedentarias.

¡Todos estamos muertos!
también ese Jardín en el que sollozábamos
cuando tus besos eran una lágrima
estremecida de fulgores cárdenos
y tus entregas eran universos
girando en el frenético desmayo
de tu cuello de cisne desmayado.
Sí, todos estamos muertos,
como ese velero en que surcábamos
los puertos de azur, quiméricos incendios,
radas celestes de un corazón desesperado.
Sus velas son como sus jarcias
un sudario de escombros recostado
en el hombro macabro de la muerte.

¡Todos estamos muertos...
qué frío hace en la montaña.
qué frío en el mar,
qué frío en tu mirada,
qué frío en mi sangre,
qué frío en la tortuosa gravidez de la nada!

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( 1 ) COMPLEMENTACIÓN a raíz de su nuevo poema, cuyo aporte y autorización para divulgarlo recibimos en NTC ... el 27 de Octubre de 2016, y que publicamos en  



En NTC ... le agradecimos al autor el generoso y enriquecedor envío,  celebramos y elogiamos su nuevo poema y le expresamos que por éste habíamos vuelto a recordar y a re-leer: 

Epístola mortal  de Eduardo Carranza,

una enternecedora visión de la vida, de la  muerte y de la fugacidad del tiempo.”

Por esta mención,  el autor de "EL HOMBRE y LA VIDA" nos remitió el texto de su poema "Opacidad" que arriba publicamos. 


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