domingo, 7 de julio de 2013

“Tres caras de la luna”. Juan Manuel Roca.Sílaba Editores, Medellín, Junio 2013

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Publica y difunde NTC … Nos Topamos Con 
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ACTUALIZACIÓN Y SEGUIMIENTOS a Noviembre 28, 2013 
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en el evento: 

*** 26 de Noviembre,2013 Bogotá, 6:30 PM
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--- TRES CARAS DE LA LUNA ( 1 ),  de Juan Manuel Roca. Presentación del libro con Guillermo Martínez González y el poeta. La Casa Tomada - Libros y Café * y Sílaba Editores * invitan  Lugar: Librería Casa Tomada. Bogotá Transv. 19 Bis No 45D-63, Teléfono: 245-1655, libreriacasatomada@gmail.com . ( 1 )http://ntc-libros-de-poesia.blogspot.com/2013_07_07_archive.html // *  http://libreriacasatomada.com/ ,  http://silaba.com.co/  / Click derecho sobre las imágenes para ampliarlas en una nueva ventana. Luego click sobre la imagen para mayor ampliación
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ACTUALIZACIÓN Y SEGUIMIENTOS a JULIO 15, 2013
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Álbum fotografico de la presentación en Medellín, el 10 de Julio, 2013


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Las otras fotos en el álbum
NTC ... agradece a Lucía Donadío y a Sílaba Editores el aporte de las fotos. 
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“Tres caras de la luna”

Juan Manuel Roca

Sílaba Editores, Medellín, Junio 2013.

En GACETA, El País, Cali, Julio 14, 2013 
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FUENTE
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Hay que leer a Roca" 
El País (Cali), Julio 15, 2013. Edición impresa, en la red. 
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*** El poeta colombiano Juan Manuel Roca presenta su libro 'Tres caras de la luna'
El poeta, narrador, ensayista y periodista Juan Manuel Roca presenta el libro ‘Tres caras de la luna’, con lo mejor de su obra.
Por: Colprensa / El País, Cali , Lunes, Julio 15, 2013


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ACTUALIZACIÓN Y SEGUIMIENTOS a JULIO 13, 2013
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Lanzado el libro ‘Tres caras de la luna’. Sílaba Editores
Tres caras de Roca
Hoy culmina el XXIII Festival Internacional de Poesía de Medellín.
Por: Ana Cristina Restrepo Jiménez

El ESPECTADOR . com Cultura |12 Jul 2013 - 10:00 pm

En el marco del XXIII Festival Internacional de Poesía de Medellín, que culmina hoy, el poeta Juan Manuel Roca presentó la obra Tres caras de la luna, una reedición de sus primeros libros: Luna de ciegos, Los ladrones nocturnos y Ciudadano de la noche, considerados por la crítica como su consolidación dentro de la poesía en Colombia.

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ACTUALIZACIÓN Y SEGUIMIENTOS a JULIO 11, 2013

Tres caras de la luna es una reedición de tres de sus libros. Una mirada en el tiempo a un escritor y a una época. 
Está en Medellín, en el Festival de Poesía.

Por MÓNICA QUINTERO RESTREPO
EL COLOMBIANO, Medellín, Publicado el 11 de julio de 2013



Cuando era niño, Juan Manuel Roca hacía que el día dejara de ser día, se metía al armario y ya. Llegaba la noche. No sigue siendo niño, por el pelo blanco con gris, y el bigote blanco con gris, pero es poeta, o intento de poeta, como ha dicho, y eso es casi lo mismo.

Desde ayer, que fue la presentación, Roca tiene un libro más, Tres caras de la luna. No es tan nuevo, porque reúne tres de sus primeras obras, cuando apenas empezaba. Solo que la reedición tiene esa posibilidad: devolverse en el tiempo.

Una reedición, ¿no es raro?
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“Tres caras de la luna”  

Luna de ciegos (1976 ), Los ladrones nocturnos (1977 ) y Ciudadano de la noche ( 1989 ) 

Juan Manuel Roca ( 1* )



Ilustración: Grabado de Antonio Samudio

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 “Se reúnen aquí tres de los primeros libros de Juan Manuel Roca. Acaso sean los más importantes si se tiene en cuenta que en ellos surge una voz nueva con claridad y, con claridad similar, se consolida. Para quien haya seguido la poesía de Roca no es un secreto decir que en Luna de ciegos (1973 - 1975 ), Los ladrones nocturnos (1976 - 1977 ) y Ciudadano de la noche ( 1989 ) están algunos de sus poemas más celebrados: “Días como agujas”, “Arte del tiempo”, “Mester de ceguería”, “Arenga de uno que no fue a la guerra”, “Canción del que fabrica los espejos” entre otros. Y son tal vez estos sus libros más notables porque, además, han influido ostensiblemente en la poesía colombiana que se viene escribiendo desde la década del 90 hasta nuestros días. He aquí, pues, razones suficientes para encomiar su reedición en Tres caras de la luna.” 
Pablo Montoya . http://www.pablomontoya.net/

Prólogo completo, más adelante.  
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Juan Manuel Roca
(Medellín, Colombia, 1946)

Poeta, narrador, ensayista, crítico de arte y perio-
dista colombiano.

Ha recibido: Premio Nacional de Cuento Universi-
dad de Antioquia, (2000), Premio José Lezama Lima,
otorgado por Casa de las Américas, en La Habana,
Cuba, (2007), Premio Poetas del Mundo Latino Víc-
tor Sandoval, México, (2007), Premio Casa de Amé-
rica de Poesía Americana, Madrid, España, (2009) y
Premio Ciudad de Zacatecas México, (2009).

Libros de poesía publicados: La Farmacia del Ángel
(1990), Biblia de Pobres, (2010) Temporada de Estatuas
(2010) y Pasaporte del Apátrida (2011), entre otros.

Antologías: Los Cinco Entierros de Pessoa (Ediciones
Igitur, España, 2001), Cantar de Lejanía, (Fondo de
Cultura Económica, 2005), Botellas de Náufrago
(Monte Ávila Editores, Caracas, 2008) y De parte de
la Noche (Unam, México, 2012).

Algunos libros de ensayos: Cartógrafa Memoria
(Universidad Eafit, 2003), Galería de Espejos, una mi-
rada a la poesía colombiana del siglo XX ( Alfaguara,
Bogotá,2012).

Libros de Narrativa: Las Plagas Secretas y otros cuentos
(Universidad de Antioquia, 2001). Esa maldita cos-
tumbre de Morir (Alfaguara 2003), y Genaro Manoblan-
ca, fabricante de marimbas (Editorial S.M., Colección el
Barco de Vapor, 2013).

Con el título de Korpens Tecleen (Señal del Cuervo), se
editó una antología de sus poemas en Suecia, 2003,
la antología Luna de Ciegos (Blindenmond), en Berlín,
2007 y Biblia de Pobres (Bible de Pouvres), Editorial
Myriam Solal, París, 2010, edición bilingüe.

En compañía de Iván Daría Álvarez publicó el Dic-
cionario anarquista de emergencia (Editorial Norma,
Bogotá 2008).
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PRÓLOGO

Las caras de la noche

Pablo Montoya

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Las criaturas del sueño, las más inquietantes e inasibles,
se enraízan en la imagen. Y aquí está Juan Manuel Roca, insomne
que vadea las orillas de lo onírico, para demostrarlo.
Su paleta visual de la noche es de raíz romántica. Pero se
trata de la recuperación de un romanticismo que tiene en
Novalis su exponente más abismado. Roca se ampara en la
guía, pródiga en extravíos y fuegos tutelares, que proponen
los cantos nocturnos del alemán: “En ausencia de los dioses
reinan los fantasmas”, dice uno de los epígrafes de Los
ladrones nocturnos. Su elección no es única, por lo demás, en
el panorama de la poesía colombiana de los años 70, que
es cuando se publican Luna de ciegos y Los ladrones nocturnos.
Junto a Roca, están en una búsqueda que los hermana
pero también los diferencia, José Manuel Arango con Este
lugar de la noche y Raúl Henao con Sol negro. Pero aunque los
tres homenajeen a su modo las virtudes que otorgan las
sombras del delirio y la perplejidad, es Roca quien más ha 
auscultado en ellas. 

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Tres caras de la luna permite ver de qué manera su autor
ha nutrido sus versos de la materia escurridiza, reveladora y
atroz, ensoñadora y erótica, de la noche. Pocos poetas colombianos,
en esta perspectiva, han continuado tan certera
y obsesivamente el rumbo propuesto por el Silva nocturno.

He aquí la noche
Y su selva de múltiples ojos,
Apaleados inquilinos
De grandes desahucios
Taciturnos niños de barriada
Y Otros ángeles ruinosos.

La geografía de Luna de ciegos, Los ladrones nocturnos y Ciudadano
de la noche, que podría completarse con Señal de cuervos
y País secreto, es sin duda una de las más ricas de la poesía
colombiana. Valdría la pena hacer un periplo por ella para
saber que estamos ante un poeta hundido de cara en las verdades
más universales, las del amor y la soledad por ejemplo,
pero también ante un horizonte que va enturbiándose con
la violencia. Es como si esa puerta abierta a la noche que es el
poema, inundado de rumores que anuncian la llegada del
asombro, estuviese abierto a los horrores de la vigilia.

La inmersión en un país de espanto es progresiva en
estos primeros libros. Resulta revelador, muestra del oficio
del poeta, de quien sabe desde un principio que más que
escribir un poema o un libro de poemas está levantando
una obra, observar las facetas de esta paulatina construcción
de una morada. Una morada que está, por un lado,
regada de surreales efluvios noctívagos pero que, por el
otro, no olvida el desangramiento de un país.

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Nuestro país, (si es que alguna vez ha sido nuestro),
No perdona la risa de sus niños.
Cada mañana un cadáver en las plazas.
Cada noche mujeres visitadas por el miedo
Que golpea las ventanas. Cada palabra:
Un pájaro tocado por la muerte en pleno vuelo.

En varios poemas que confirman la violencia hay una
ausencia de coordenadas locales. Porque se trata de auscultar
el miedo, y no hay impresión más ajena a los localismos
que este visitante de todos los días. Al miedo, de hecho,
está dedicada la última sección de Los ladrones nocturnos.
Poemas que por su voluntaria factura prosística preparan
Señal de cuervos, tal vez el punto más alto en toda la producción
de Roca.

Pero en otros poemas aparece una cierta parafernalia
del mundo andino. En “Jinetes”, por ejemplo, brotan los
alcoholes y los bandoleros del país de la guadua,y las bandolas
y las totumas de aguardiente. En “Sagas” se delinean
esas señoras, damas apolilladas por el tiempo y rodeadas de gordura
hasta el cogote, que son símbolos de un poder matriarcal
en medio de un país enraizado en la guerra. Estas evocaciones
atraviesan Luna de ciegos y hacen pensar, por un
juego de resonancias intertextuales, de la que la poesía de
Roca es por lo demás incesantemente rica, en esas mamás
grandes que representan una de las formas de la barbarie
regional colombiana.

No hay que desconocer que el fondo sobre el que planean
estos augurios y estos presagios, estas epifanías y
estos hallazgos, estos monólogos y estas canciones de la
noche, es la Colombia del Frente Nacional. Un país que se

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va llenando de desaparecidos y torturados. El país de las
persecuciones y las masacres cometidas por las fuerzas del
Estado, las guerrillas, el narcotráfico y el paramilitarismo.
El país que cerró con una represión feroz las ventanas por
donde pudo haberse asomado una sociedad más justa y
democrática. La poesía de Juan Manuel Roca, como pocas
en su momento y este es uno de sus más importantes
atributos, da cuenta de esta cartografía del terror y de la
profunda frustración que ha dejado en el imaginario literario
colombiano. Me hago hermano del hermano de los muertos,
dice en Señal de cuervos. Para luego concluir: Mi país, noche
emboscada.

Pero en Roca, hay que repetirlo, no hay nominaciones
precisas de horizontes nacionales de la infamia. En estos
poemas vislumbramos más bien a un yo lírico que, inclinado
sobre la noche vaporosa del Saint-John Perse de Elogios,
transita paisajes mefíticos. Empujado por el viento, porque
la noche también se forja de este elemento viajero, lo que
termina levantando el poeta es un mapa del desarraigo que,
inevitablemente y en la medida en que avanzamos en estos
primeros libros, se empapa de sangre.

Toda la noche he viajado
Buscando la aldea
Y la orquesta ha tocado una canción
Que habla de mujeres muertas
Entre frutas jugosas.
La luna está en sazón y algunos hombres
Amanecen con la boca llena de hormigas
Junto a un fetiche alfilerado.

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En Tres caras de la luna están algunos de los perfiles más
sobresalientes que modelan la poética de Juan Manuel
Roca. Uno de ellos es la música. La música que, al principio,
pareciera ser el trasunto de los sonidos de un violín
desvencijado. Porque una desafinación ebria, como letanía
de infantes miserables, es de algún modo la atmósfera sonora
que sostiene Luna de ciegos. Y es como si esta música
se metamorfoseara brutalmente en esas pelotas de lata que
patean los ciegos en uno de los poemas más desoladores
de Los ladrones nocturnos.

Los niños ciegos reemplazaban el balón por una caja de lata y
jugaban con el ruido. Cuando el ruido rodaba hacia algún lugar
del patio, los niños lo perseguían, lo pateaban corriendo entre las
sombras.

Con todo, a pesar de estos contornos permanentes del
abandono, Roca no es un poeta que sucumbe a la tristeza.
Quizás por esta razón es que la música al final de Ciudadano
de la noche se vuelve la emisaria de la fiesta. “Oyendo a
Louis Armstrong” da cuenta de una historia turbulenta de
linchamientos, pero es también un homenaje a quienes son
capaces de poner a bailar en medio de la crueldad. Y bailar
en Roca es, sobre todo, un acto de fe. La música, igualmente,
ayuda a la recordación de tantos amigos diluidos. Ella es la
amplia casa cuyas puertas se abren / A olvidados paraísos.
Otro elemento que llama la atención, por su recurrencia
y los matices expresionistas que acompañan su acabado, es
el caballo. Símbolo de la vida, erguida criatura del sueño, la
libertad es lo que encarna. Y en este sentido, hay una reminiscencia
del Guernica de Picasso. Roca, sin embargo, fiel

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a su búsqueda imaginativa, se apertrecha en este animal cuyas
crines son trazadas más bien por un enigmático palique
de ciegos. Ciegos que otorgan un no sé qué de inquietante
toque surrealista a esta poesía. Varias, de todas maneras,
son las procedencias del caballo en Tres caras de la luna. En
“Helen Keller” trota en aguas abisales y hace pensar en
Aurelio Arturo y en sus jóvenes caballos hundidos en las
noches mestizas de resplandores dorados.

Pero más adelante, como corresponde al avance paulatino
por regiones manchadas de sangre, el caballo va volviéndose
fúnebre en esta larga noche labrada por el miedo. Una
alusión a matanzas de caballos en “Vigilante” nos sumerge
en el aire atormentado de Los ladrones nocturnos. Aunque si
hay una criatura ambigua, lomo y cuello arduos de enlazar,
o al menos capaz de suscitar diversos significados en estos
libros, es el caballo. Por un lado, humea agua; por otro,
pende de un hilo invisible en un dibujo. Y es que, en realidad,
los caballos de Roca parecieran estar más forjados
de sonidos que de colores. Lo cual los torna, acaso, más
indomables.

La noche de Roca solo puede ser recorrida por el galope
de un caballo cuyo jinete es también invisible. Sin embargo,
hay algunos caballos que orientan el rumbo del poeta. Se
trata de los pintados por Augusto Rendón.
Poesía y pintura, sabemos, es una de las correspondencias,
al modo que lo sugería Baudelaire, más visitadas por
Roca. En Tres caras de la luna aparece con nitidez lo que después
será una permanencia en Un violín para Chagall, uno de
sus libros que abriría un camino sugestivo emprendido por
poetas más jóvenes como Ramón Cote y Nelson Romero.

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Un poema como “Memoria de negras cacerías” se lee con
la imagen de los equinos formidables y lóbregos pintados
por Rendón a nuestro lado.

Por los corredores del tiempo
Oigo caballos sin freno galopando
Sobre los cráneos de los muertos,
Las crines mojadas por la lluvia
Y el sonoro latigazo en los ijares:
Los cascos enrojecidos
Al regreso de la fiesta.

Y este mismo caballo de Rendón es quien propicia en
Los ladrones nocturnos el hecho de que sea la orina espesa de
una yegua el rastro indeleble que marca los espacios de un
país como Colombia, cercado de sangre y cubierto de algas
y cuchillos.

Podríamos extendermos en la vecindad del caballo en
Roca y hablar del fantasmal animal que atraviesa los parajes
de Comala jineteado por Miguel Páramo. Y a partir
de allí, señalar lecturas esenciales que marcaron la sensibilidad
del joven escritor. Y en esta vía, referirse al eco
persiano que se escucha al leer “Galopar” de Los ladrones
nocturnos. En el Yo tuve un caballo. Era su crin espesa. Sus ojos
diurnos en la noche del colombiano, se inmiscuye el Yo amé
un caballo –quién era– me miraba de frente, bajo sus mechas del
francés. Y decir que mientras que en el caballo del niño de
Perse hay lunas marcadas en los costados, en el de Roca se
dibuja un paisaje nocturno en sus ojos. Sé, por supuesto,
que en los dos poemas se perfilan circunstancias diversas:
el de Perse se funda en una rememoración de infancia en

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las Antillas, mientras que en Roca hay territorios que hablan
de destierros.

La mujer, como clave para descifrar los misterios de la
noche, es otro de los rasgos de esta poesía. Y más que la
mujer, como entidad protectora o motivo de extravío, lo
que remitiría a las mujeres de fuego de Nerval, lo de Roca
es vislumbre del sexo femenino como metáfora de la noche.
Si bien la noche oscurece la roja flor del corazón, también
está atrapada, como un mapa que orienta y consuela, entre
los muslos amados. Incluso es a partir de las piernas abiertas
de una muchacha que fluye la noche como un bosque
tibio. En Ciudadano de la noche el tema del erotismo y del
amor se hace más persistente y es el motivo fundamental
de algunos de sus poemas.

Este libro sesgado de tantos matices marca los límites
de un trayecto de sombras que Roca, repito, se ha forjado
con un interés único en el contexto poético colombiano.
De modo similar, Ciudadano de la noche actúa como una especie
de pasadizo que se asoma a lo que vendrá después.
Aquí aparecen los primeros monólogos, el de la bailarina y
la gitana, el del volatinero y el sastre, que ayudan a entender
cómo la poética de Roca se afirma y busca, a su vez, otras
formas de enfrentar sus principales preocupaciones literarias.
Se va dejando entonces el panorama de un territorio
que gotea sangre para entrar a otro en el que la fábula y la
imaginación campean, y el juego de referencias culturales
se presenta con una riqueza impresionante.

En Ciudadano de la noche aparece, además, “Penélope y el
olvido”, que es la piedra de toque del libro que más tarde
hará conocer a Roca en el panorama latinoamericano: Las

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hipótesis de nadie. Basta leer este poema para comprender
que el tema de la orfandad del hombre, de su invisibilidad
original, que es como un estigma terrible y a la vez su real
salvación, es una veta que el Roca de la madurez ha retomado
para escribir uno de sus libros más elogiados por la
crítica.

Llegó nadie.
Desde un mapa de la nada, llegó nadie.
Se agitaron las ramas, los rastrojos,
Y la luna de nácar
Brilló sobre el país de los lotófagos.

El verdadero poeta, aquel que recordamos con gratitud,
es quien arraiga un estilo, quien perfecciona una voz con
una sapiencia no exenta de delirio. Por ello, el Roca de estos
primeros libros es tan convincente. Ha auscultado en
su entorno y ha encontrado la noche y sus variadas caras.
Y en ella hay ciegos, caballos, libros, trenes, una música
entrañable y muchachas que bailan y secretan la oscura
sustancia en la que todo este universo está envuelta. Están
también César Vallejo, Borges y Chagall. Y un enorme país
que es como una inmensa llaga fragmentada. Para nombrarlo,
Roca sabe, no obstante, que la palabra es escurridiza y evasiva.
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* NTC ... ENLACES: 


Fotografía (San Francisco, California): Mario Londoño. (Al fondo: prisión de Alcatraz ). 

Algunas publicaciones de NTC … sobre Juan Manuel Roca : Click AQUÍ   (Google: “Juan Manuel Roca” ntc)
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Julio 4, 2013. NOTA:

LECTURA DE POEMAS d el Poeta Juan Manuel Roca en la inauguración  del 23 Festival Internacional de Poesía de Medellín, el 4 de Julio, 2013 (http://ntcpoesia.blogspot.com/2013_07_06_archive.html )

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EN:



*** 10 de julio, Medellín.  7:30 pm
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--- “Tres caras de la luna” * de Juan Manuel Roca. Presentación del libro. Lectura de poemas y conversación con Pablo Montoya.  Sílaba Editores y Casa Teatro El Poblado tienen el gusto de invitan. Lugar: Casa Teatro El Poblado **. Cra 47  No. 17 Sur 30.  Teléfono: 321100. “Se reúnen aquí tres de los primeros libros de Juan Manuel Roca. Acaso sean los más importantes si se tiene en cuenta que en ellos surge una voz nueva con claridad y, con claridad similar, se consolida. Para quien haya seguido la poesía de Roca no es un secreto decir que en Luna de ciegos, Los ladrones nocturnos y Ciudadano de la noche están algunos de sus poemas más celebrados: “Días como agujas”, “Arte del tiempo”, “Mester de ceguería”, “Arenga de uno que no fue a la guerra”, “Canción del que fabrica los espejos” entre otros. Y son tal vez estos sus libros más notables porque, además, han influido ostensiblemente en la poesía colombiana que se viene escribiendo desde la década del 90 hasta nuestros días. He aquí, pues, razones suficientes para encomiar su reedición en Tres caras de la luna.” Pablo Montoya .  * http://silaba.com.co/sitio_libro/tres-caras-de-la-luna/ ,  http://silaba.com.co/ . ** http://www.casateatroelpoblado.com/ .. Click derecho sobre las imágen para ampliarlas en una nueva ventana.
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Publica y difunde NTC … Nos Topamos Con 
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