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SEGUIMIENTO y ACTUALIZACIONES
a marzo 28, 2021
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La vida de los seres anónimos
David Cortés Cabán
Mi vida es idéntica al lugar que habito,
finge ser un paraíso pero sus naturales
padecen las más atroces pesadillas.
Omar Ortiz
Crítica. Revista Cultural de la Universidad de Puebla (Mx).
No. 174. Febrero- marzo, 2017.
Diario de los seres anónimos (1) es uno de esos libros cuya lectura deja una gran impresión en el lector. …. (Sigue en el enlace)
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Este ensayo: Páginas 108 a 120. Revista Impresa y digital
https://www.academia.edu/31633262/Timmer_N_2017_Dos_poemas_Revista_Cr%C3%ADtica_n_174
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VIENE y COMPLEMENTO de *:
2 de mayo de 2015
DIARIO DE LOS SERES ANÓNIMOS. Por VÍCTOR LÓPEZ RACHE. 28 FiLBo, Mayo 1, 2015 / Por Manuel Borrás // Otros textos
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EL DIARIO DE LOS
ILUSTRES DESCONOCIDOS
Diálogo rimado con Omar Ortiz
Edición impresa. La virtual más adelante
EL DIARIO DE LOS
ILUSTRES DESCONOCIDOS
Diálogo rimado con Omar Ortiz
Por: Lucy Lorena Libreros, Periodista de GACETA
GACETA, El País, Cali, Domingo, Mayo 10, 2015, Págs. 4 y 5
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El libro que rescata a los
seres anónimos de Tuluá
Por: Lucy Lorena
Libreros, Periodista de GACETA
GACETA, El País, Cali, Domingo,
Mayo 10, 2015
http://www.elpais.com.co/elpais/cultura/noticias/libro-rescata-seres-anonimos-tulua
http://www.elpais.com.co/elpais/cultura/noticias/libro-rescata-seres-anonimos-tulua
Que la función de quien escribe
es darles voz a los que no la tienen. De eso está seguro el poeta Omar Ortiz que
se dio a la tarea de fundar para su más reciente publicación, ‘Diario de los seres anónimos’, una región literaria habitada por los personajes que poblaron
su niñez y juventud en Tuluá. Foto: Jorge Orózco l Fotógrafo de El País.
Ahora que se lo preguntan, Omar
Ortiz recuerda que alguien le contó de la existencia de un libro
maravilloso, escrito por un poeta estadounidense que consiguió la proeza de
inventar un pueblo a partir de epitafios. Eran páginas que dialogaban con la
muerte. Tejidas con historias de seres anónimos que dibujó a pulso de
manera caprichosa, imaginando para ellos las pasiones, flaquezas, miedos y
odios que los habitaron en vida.
Páginas que nos hablan,
por ejemplo, de la hija de Willard Fluke. “Aquí yace Lois Spears” —recita
el poeta—, mujer ciega de nacimiento, pero “con un instinto tan infalible como
la vista, como si tuviera los ojos en las puntas de los dedos”. Nos habla
del diácono Taylor; de la campesina Elsa Wertman; de Anne Rutledge,
la amada de Abraham Lincoln; de Chase Henry, el borracho; de Penniwit, el
artista; de Somers, el juez.
El libro se llama ‘Antología de Spoon River’ y había salido de la pluma de Edgar Lee Masters ( 1 ), quien para
entonces, comienzos de los años 80, no era un autor muy celebrado en estos
lados.
Maravillado ante ese
descubrimiento, Omar —que también es poeta y desde muy joven se inclina como
Lee Masters ante la rara y solitaria belleza de las inscripciones de las
lápidas— leyó no solo aquel libro sino que buscó pistas biográficas sobre ese
escritor de Kansas hasta descubrir con sorpresa que había sido una influencia
luminosa para autores como Faulkner, García Márquez y sobre todo Juan
Rulfo.
“Sin ‘Spoon River’ no habría
existido Comala”, está seguro Omar. “Lo que Rulfo encuentra en este libro es
una manera de escribir muy cercana a lo que él piensa que es México: un
país donde los muertos tienen voz”.
Tampoco habría existido una
antología poética que comenzó a escribirse una década más tarde, en Tuluá,
cuando Omar Ortiz insistía en tener abiertas las puertas de la oficina de
abogado con la que se ganaba la vida, mientras se obligaba a escribir
versos en las horas muertas y las pausas de los trámites judiciales.
Es de ese libro que habla
ahora, en una noche caleñísima, mientras bebe a sorbos breves un jugo de
lulo, sentado en un café del centro de la ciudad. Se trata de ‘Diario de los seres anónimos’, editado por La Mirada Malva, que hace pocos días
presentó en España y en Portugal y en la Feria del Libro de Bogotá.
“Lo que ‘Spoon River’ me ayudó
a entender es que la mayoría de las personas somos todas un poco invisibles
—asegura Omar—. Hay seres que siguen siendo anónimos a pesar de que
tengan nombre. Para mí el anonimato no es carencia de una identidad. Es el
hecho de que a uno no se la tengan en cuenta”.
Aquella certeza acabó por
hacerse más fuerte cuando tropezó con la obra de Henry Miller que, según Omar,
a pesar de su pasión por los trópicos, encontró su verdadera valía en “su
aproximación a la gente sin voz, a los invisibles, especialmente en ‘Pesadilla
de aire acondicionado’. Desde entonces he creído que los escritores
tenemos un compromiso que no es político ni social, sino humano,
con nuestro entorno: estar de parte de los que pierden siempre”.
Omar Ortiz comenzó, pues, a fundar
una región literaria que se parecía bastante a la Tuluá que lo recibió en la
niñez, cuando llegó desde su natal Bogotá, y en la que se quedó a vivir
irremediablemente una vez consiguió su título de abogado.
Ha sido este municipio el
escenario de su experiencia vital como poeta.“Tuluá es rica en anecdotarios
de gente y de situaciones que me han contado y que yo mismo he repetido por
años porque es así como transcurre la vida de los pueblos y Tuluá
nunca dejó de serlo”.
Por eso, esa geografía que inventó
para que vivieran sus versos está poblada de seres ignorados, aparentemente
anónimos, pero que para un tulueño de corazón como Omar Ortiz son los nombres
de quienes, en parte, han escrito la historia de este pueblo grande.
Fue la cuna de Marcial Gardeazábal,
el primer librero de que se tuvo noticia Tuluá, a comienzos del siglo pasado
cuando la mayoría eran iletrado. El hombre solía importar libros desde Francia
quizá “para un comercio de fantasmas y por eso debía hacer parte de este
libro”, reconoce Omar.
En esas mismas páginas
viven allí otros personajes como Isabella Zúñiga, una bella bailarina;
Luis Enrique García, un poeta; Viglenisa y Teotiste Ruiz, dos matronas
cuyo encanto no era otro que haber sido bautizadas con dos nombres del Siglo
de Oro español; Agobardo Potes, uno de los comerciantes más prósperos y Lino
Mora, que no solo creía que el teatro callejero iba a redimir al mundo,
sino que era un socialista que profesaba un extraño amor por Cristo, al
que llamaba el ‘único comunista real’.
Cada uno de los 56
poemas de este diario porta el nombre de un ser real. Algunos viven aún, otros
ya no. Y algunos más —confiesa Omar— pueden caminar justo ahora por una calle
de Tuluá ignorando que inspiraron algunos de estos versos.
Son, en todo caso, “pequeños
heroísmos que merecen que su historia sea contada. Es como decirle al mundo:
aquí están ellos y valen la pena que se les conozca”.
Fue la razón por la que
la escritora peruana Sylvia Miranda, en la presentación del libro en
‘Cervantes y compañía’, en Madrid, sostuvo que el poeta tulueño
esculpió cada uno de esos personajes no solo para darles una identidad
sino para mostrarnos en esas vidas inpiduales algunas “representaciones
de nuestra humanidad. En ellos reconocemos a los justos de esta tierra, a los
que pagan por pecadores, y mueren entre los ignorados a pesar que, como decía
Borges, son los que ‘están salvando el mundo’”.
Omar Ortiz prefiere seguir
creyendo que ‘Diario de los seres anónimos’ es una suerte de deuda saldada. La
aceptación de ese compromiso del escritor de estar del lado de los que no
tienen voz. Lo hace a su modo. Ensayando una nueva poesía. Transgrediendo. Incomodando.
Pues se lamenta de la que escriben los jóvenes en Colombia, “muy obedientes a
lo que aprenden en la Academia; canónicos”. Haciéndolo desde Tuluá, sí, porque
“¿quién dijo que para ser escritor hay que vivir en París?”.
POEMA
Héctor Fabio Díaz*
Llevo encima el traje azul, la
corbata naranja,
la camisa que tanto le gusta a
Margarita, la del 301,
los zapatos negros, recién
lustrados, una pinta de hombre,
como dijo mi madre, después del
último beso ritual de despedida.
En la Kodak me tomaron la foto
para la solicitud de empleo.
Pero de pronto me empujaron a
un auto,
me pusieron dos armas en la
cabeza
y acabé tirado en una pocilga
donde me preguntaban por gente desconocida.
No señor, decía, y me
pegaban.
Sí, señor, respondía, e igual
me pegaban. Duro, lo hacían,
como si no tuviera carne, ni
huesos, ni sangre, ni alma.
Ya no tengo el traje azul, ni
corbata naranja,
ni puedo abrazar a Margarita.
Ahora soy una desteñida foto
que mi madre lleva a cuestas en plazas y desfiles.
*Este poema de Omar Ortiz es
símbolo de Magdalenas por el Cauca, que agrupa a madres que perdieron a sus
familiriares en la Masacre de Trujillo.
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* NTC ... publicaciones anteriores sobre el libro:
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31 de enero de 2015
http://ntc-libros-de-poesia.blogspot.com/2015_01_31_archive.html---------
2 de mayo de 2015
DIARIO DE LOS SERES ANÓNIMOS. Por VÍCTOR LÓPEZ RACHE. 28 FiLBo, Mayo 1, 2015 / Por Manuel Borrás // Otros textos
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SEGUIMIENTOS y ACTUALIZACIONES
VIDEO
El poeta Omar Ortiz."Diario de los seres anónimos", poesía, 2015.
Posted by Esmir Garcés Q. on Jueves, 14 de mayo de 2015, 28 FILBO
Publican y difunden
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http://ntcblog.blogspot.com , ntcgra@gmail.com . Cali, Colombia
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